Consejos de Tobit a su hijo Tobías. (15-1-2012)

      Queridos hermanos en el Señor:
      Os deseo gracia y paz.
     
      El capítulo 4 del libro de Tobías recoge una serie de consejos de Tobit a su hijo Tobías, antes de enviarle a recuperar el dinero que había depositado en casa de Gabael, en Ragués de Media.
      Dice el padre al hijo: “Respeta a tu madre, no la abandones mientras viva. Complácela, no entristezcas nunca su corazón. Recuerda, hijo, que sufrió por ti muchos peligros mientras te llevaba en su seno” (Tob 4,3-4).
      Añade: “Hijo, acuérdate del Señor todos los días. No peques ni quebrantes sus mandamientos. Pórtate bien toda tu vida. No vayas por caminos de iniquidad, pues si obras la verdad tendrás éxito en sus empresas, igual que los que obran la justicia” (Tob 4,5-6).
      Continúa diciendo: “Da limosna de cuanto posees; no seas tacaño. No apartes tu rostro ante el pobre y Dios no lo apartará de ti. Da limosna en la medida que puedas; si tienes poco, no te avergüences de dar poco. Así acumularás un tesoro para el día de la necesidad. La limosna preserva de la muerte y libra de caer en las tinieblas. Dar limosna es una ofrenda agradable para cuantos la hacen delante del Altísimo” (Tob 4,7-11).
      También afirma: “Guárdate, hijo de la fornicación. (…) Hijo, ama a tus parientes. No seas soberbio al tomar mujer de entre las hijas de tu pueblo. La soberbia acarrea inquietudes y ruina. La pereza conduce al hambre y a la pobreza. La pereza es madre de la miseria” (Tob 4,12-13).
      Prosigue: “Paga a tus obreros su jornal el mismo día; no retengas ni una noche el dinero de nadie. Si sirves a Dios en verdad, él te recompensará. Pon cuidado, hijo, en toda tu conducta, compórtate con educación. No hagas a nadie lo que tú aborreces. No bebas con exceso, no te aficiones a la embriaguez. Comparte tu pan con el hambriento y tu ropa con el que está desnudo. Si algo te sobra, dalo con generosidad al pobre, y que tu ojo no mire cuando des limosna. (…) Busca el consejo de los sensatos; no desprecies los buenos consejos” (Tob 4,14-18).
      Y aconseja: “Alaba al Señor Dios en todo tiempo, ruégale que oriente tu conducta. Así tendrás éxito en tus empresas y proyectos. Porque ningún pueblo es dueño de sus proyectos, sino solo el Señor, que da todos los bienes según le place o abate hasta el fondo del abismo. Recuerda, hijo, estos preceptos, no los olvides jamás” (Tob 4,19).
      A modo de resumen, concluye: “No te preocupes de que hayamos caído en la pobreza; serás muy rico si temes a Dios, evitas todo pecado y haces lo que agrada al Señor, tu Dios” (Tob 4,21).
      Sabemos que el temor de Dios no es el miedo, ni el terror, ni el pánico, sino el respeto confiado. Vivamos constantemente estos sabios consejos.

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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