Comentario evangélico. Domingo 3 C Ordinario.
Domingo III del Tiempo ordinario, ciclo C. 27 de enero de 2013. Lucas 1,1-4; 4,14-21.
Para fortalecer nuestra fe.
El evangelio de este domingo está formado por dos textos de Lucas: el primero es el prólogo de su evangelio (1,1-4) y el segundo texto es el discurso programático que Jesús pronuncia en la sinagoga de Nazaret al inicio de su ministerio público (4,14-21).
Su evangelio Lucas lo dedica a un personaje llamado Teófilo. Los estudiosos han escrito páginas y páginas para intentar aproximarse a la identidad de este personaje (¿fue un personaje real?¿es un nombre simbólico que representa a la comunidad a la que Lucas dirige su evangelio?¿fue el mecenas que pagó la obra?). Para nosotros lo verdaderamente importante es el sentido teológico que encierra este nombre. Teófilo es un nombre de origen griego, compuesto a su vez por dos palabras griegas: Theos (Dios) y philos (amado, amigo). Así podríamos entender que Lucas ha dedicado su evangelio a todo aquel que ama a Dios, a todo aquel que se considera amigo de Dios. Es decir, para todos nosotros. En este prólogo aprendemos también que Lucas no fue discípulo directo de Jesús, no formó parte del grupo de los doce. Él pertenece a la segunda generación cristiana, por eso ha investigado, con mucho cuidado, toda la historia de Jesús para poder redactar su evangelio. ¿Su objetivo? Se lo dice a Teófilo: “para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”. Es decir para que fortalezcas tu fe, para que rescates, rescatemos, el tesoro precioso que es el don de la fe.
La segunda parte del texto nos va a explicitar más el contenido del evangelio de Lucas: es Jesucristo. Por eso en esta segunda escena Jesús aparece en Galilea, allí donde va a iniciar su ministerio público. En una especie de resumen rápido Lucas nos dice que Jesús ya había empezado su predicación, (que siempre estará formada de palabras y obras), que ya era conocido por la región (“su fama se extendió”) y nos informa de que “todos lo alababan”. Al lado de esta información hay que recordar que un poco más tarde el mismo Lucas nos hablará del rechazo que el mensaje y la persona de Jesús suscitará entre su propia gente. Desde el principio de la actividad de Jesús muchos le seguirán, pero otros le rechazarán. Luz y cruz.
Por último nos encontramos la escena en la sinagoga de Nazaret. En el contexto del culto sabático Jesús lee un texto de la profecía de Isaías. En este texto se prometía un mensajero, un enviado de Dios que él mismo sería la Buena Noticia para los más necesitados de la tierra. La llegada de este mensajero inauguraría un tiempo de gracia de parte de Dios para todos los hombres. Esta vieja profecía se cumplía punto por punto en Jesucristo.
Por eso hoy, somos invitados a hacernos amigos de Dios. Y en la medida en que nos corresponde, somos también invitados a ser heraldos de buenas noticias, sanadores de tantas heridas, compañeros de tantos que se sienten solos o excluidos. Pero siempre con los ojos fijos en Jesús.
Rubén Ruiz Silleras.