Comentario evangélico. Domingo 2 C Cuaresma.
Segundo domingo de Cuaresma, 24 de febrero de 2013. Lucas 9, 28b-36.
¿Cómo le estás respondiendo?
Cuando somos elegidos por alguien para alguna tarea o trabajo particular se espera de nosotros que respondamos. El que nos ha elegido ha depositado en nosotros su confianza. Cada uno de nosotros, en ese caso, nos debemos esforzar en no defraudar a la persona que nos ha elegido. Algo parecido nos quiere enseñar este evangelio de la Transfiguración de Jesús. Está clara la distribución de papeles: el que nos ha elegido es Dios y cada uno de nosotros los elegidos. Este evangelio nos propone dos actitudes ante esta elección: o dormirnos (es decir: despreocuparnos, no responder debidamente, no estar a la altura de lo que Dios espera de nosotros) o escuchar a Jesús (es lo que nos pide Dios mismo en este evangelio, una escucha que además ha de ser activa).
Vayamos al evangelio. Una clave fundamental para entender esta escena es lo alto de la montaña y la decisión de Jesús de ir a orar. El monte y la oración de Jesús en el evangelio de Lucas nos hablan del ser mismo de Jesús, Él es un hombre orante. Este clima espiritual nos ayuda a comprender que esta escena es el relato de una experiencia de fe. Y por tanto no tiene sentido que nos preguntemos con la razón cómo sería el rostro de Jesús transfigurado o cómo pudo ser posible que Elías y Moisés conversarán con Jesús, o qué densidad de blancura y luminosidad adquirirían sus vestidos.
Jesús elige a tres de los suyos. Les enseña con su ejemplo qué importante es la oración para un discípulo. Mientras ellos dormitaban aparecen Moisés y Elías conversando con Jesús. Ellos eran los representantes de la alianza antigua, representaban a la Ley y los profetas. Jesús se inserta así en el plan de salvación que Dios ha trazado desde muy antiguo para los hombres y que Jesús ha venido a dar pleno cumplimiento. La reacción de Pedro no es la esperada. El centro de atención ya no está en Moisés ni en Elías. Y no se trata tampoco de permanecer encima del monte en una situación idílica, habrá que bajar al valle, donde Jesús será rechazado y conducido a la muerte. La escena fundamental de este evangelio será la manifestación de Dios Padre bajo la nube (forma común de presentar a Dios en el Antiguo Testamento). Esto va a ser lo decisivo: Jesús es el Hijo de Dios, su escogido, el último y mayor de los profetas, por eso es necesario escucharle.
Y ahora sí, ahora nos podemos preguntar cómo estamos respondiendo a esta petición de Dios. ¿Cómo es nuestra escucha de Jesús? Porque sí, podemos escuchar o leer el evangelio pero podría suceder que su mensaje no calara en nuestro corazón. Nos habría pasado como a Pedro, no habríamos entendido bien el mensaje.
Partimos de una premisa extraordinaria: hemos sido elegidos por Dios para ser testigos de su amor y de su misericordia. Ahora, tenemos que responder. Dios, seguro que espera que lo hagamos. Mirando y escuchando a Jesús sabremos cómo tenemos que hacerlo.
Rubén Ruiz Silleras.