Comentario evangélico. Domingo 6 C Pascua.
Domingo VI de Pascua, 5 de mayo de 2013. Ciclo C, Juan 14,23-29.
“Me voy pero volveré”
En pocas palabras éste podría ser el resumen del evangelio de este domingo. La frase exacta que pronuncia Jesús es ésta: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Esta despedida de Jesús en este evangelio no es completa, pues lleva aparejada la promesa del regreso. Es cierto que el mismo Jesús no determina cuándo será ese regreso, cuándo volverá definitivamente. Quizá lo más importante no sea saber el cuándo sino cómo debemos vivir hasta ese regreso. Y a este respecto las palabras de Jesús en este evangelio no dejan dudas: “que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. Jesús, como había hecho otras veces con los suyos, también en esta hora quiere transmitir ánimo, confianza, valor. Sin Jesús, sin su presencia, sin su compañía, el miedo y la incertidumbre podrían presidir nuestra vida, pero con Él todo es distinto. Junto a este aliento que Jesús da a los suyos nos encontramos con otro regalo que Él les deja, éste es la paz. Pero no cualquier tipo de paz, sino la paz del Resucitado. La paz sincera y auténtica que es capaz de derribar las resistencias del corazón humano. El “No temáis” y “la paz con vosotros” son dos elementos que están presentes en las apariciones del Resucitado. El valor y la paz auténtica se convierten así en dos características del discípulo de Jesús. Sí, la paz, el ánimo, son palabras consoladoras de Jesús, pero cuando Él ya no esté ¿cómo sentir entonces su presencia? Jesús promete a los suyos que, cuando Él se marche, su presencia será sustituida por el Defensor, por el Espíritu Santo, que es un don del cielo y que lo enviará Dios a los hombres. Este Espíritu tendrá (tiene) una gran misión: evitar que los creyentes olvidemos la memoria, el mensaje y la persona de Jesús. Él hace presente en la historia de los hombres, en cada generación, todo lo que Jesús hizo y enseñó. Además de acoger el Espíritu de Jesús, otra forma para el creyente de hacer presente a Jesús en su vida será guardar su palabra. Quien guarde su palabra, dice Jesús, será aquél que realmente le ame. Como respuesta Dios amará a esa persona y hará morada en su vida. Esto es importantísimo. Por tanto, conviene considerar qué significa exactamente eso de “guardar la palabra de Jesús”. No se trata tanto de un saber intelectual cuanto de un poner en práctica la palabra que Jesús nos ha enseñado. Pero, previamente, y esto es lógico, para ponerla en práctica necesitamos conocerla. Por eso habremos de regresar, una y otra vez, a la Palabra de Dios, a su lectura, a su meditación. Y luego a la acción. A hacer realidad lo que ella contiene en nuestras vidas.
Esta partida de Jesús a sus discípulos no les puede dejar tristes. Si de verdad aman a Jesús se deben alegrar, pues Él regresa a su Padre. Todo esto lo ha dicho Jesús para fortalecer nuestra fe, Él quiere que sigamos creyendo. Confiando en Él. No, no se ha ido para siempre. Su presencia, a través de su Espíritu y de su Palabra nos acompañan cada día.
Rubén Ruiz Silleras.