Comentario evangélico. Lecturas Domingo 12 C Ordinario.

 

Domingo XII del tiempo ordinario, 23 de junio de 2013. Ciclo C, Lucas 9,18-24.

Con plena libertad.

       Reza un himno de la liturgia de las horas que un cristiano cuando va a la oración no se aísla del mundo, todo lo contrario, en ella se encuentra con Dios y con los hermanos. Este es el punto de partida del evangelio de este domingo: la oración de Jesús.  El evangelista Lucas trata con sumo cariño este tema de la oración en su evangelio: al insistir en cómo oraba Jesús está invitando a sus discípulos a que no olviden (olvidemos) esta dimensión tan fundamental del ser cristiano (“es preciso orar siempre sin desfallecer” Lc 18,1). Además de este punto de partida orante, este evangelio tiene dos claves: una pregunta y una invitación. Ambas formuladas por Jesús.                   Veámoslas brevemente: La pregunta: A Jesús no le interesa tanto lo que diga la gente, sino lo que los suyos digan de Él mismo.  Es lógico, los discípulos están en la “escuela de Jesús”, ellos serán los que después de la resurrección tendrán que anunciar al mundo quién es Jesús. Pedro responde la pregunta, podría parecer que acertadamente. Sucede que en su definición de Jesús solo está presente el elemento triunfal, el de la gloria, para Pedro y los suyos Jesús es “el Mesías de Dios”. Y esto, lógicamente, es cierto.  Pero la identidad de Jesús no solo es gloria y resurrección, también es cruz.   Por eso Jesús prohíbe a los suyos revelar su identidad solo desde el “mesianismo”.  Y a continuación, después de oír a Pedro,  Jesús completa su definición realizando el primer anuncio de la pasión.  El hijo del hombre tiene que padecer y ser ejecutado… Posteriormente Jesús realizará dos veces más este anuncio (Lc 9,44 y 18,31-33).  Jesús no se enfada con los suyos porque no hayan precisado bien su identidad.  Jesús sabe que están al inicio de la “escuela”.  Les queda mucho por recorrer junto a Él.  Por eso, Jesús les formula esta invitación: la hemos oído muchas veces y la conocemos.  Eso de que cada uno debe cargar con su cruz de cada día.  Pero muchas veces, o la mayoría, se nos olvidan las primeras palabras de Jesús, a las que debemos prestar muchísima atención: “El que quiera seguirme…”  Aquí está la clave de esta invitación: la libertad, la plena libertad que cada uno de nosotros tenemos para aceptar o rechazar esta invitación.  Jesús nos invita con el corazón entero, porque sabe que a su lado podremos ser realmente felices.  Pero no nos engaña.  El camino a su lado implica renuncia y sufrimiento. Uno no puede aceptar la cruz como una obligación pesada que nos asfixia.  La cruz, el querer compartir el camino con Jesús se acepta libremente y por amor.  ¿El premio? Ganar la vida. Un consejo, al hilo de este evangelio. No quedarnos con lo que otros dicen de Dios. Cada uno de nosotros podemos responder esta pregunta: ¿quién es Dios para mí, qué significa en mi vida? Habla con Él. Con Dios. Esta puede ser hoy tu oración.  Y recuerda también que hoy el Señor te invita a seguirle…a compartir su camino, a dejar que Él te acompañe en tu camino.  ¿Qué le dices?

Rubén Ruiz Silleras.

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