Comentario evangélico. Domingo 3 Ordinario, ciclo A
Domingo III del tiempo ordinario, 26 enero 2014. Ciclo A. Mateo 4,12-23.
Dejarse cautivar.
Ahora comienza el tiempo de Jesús, este evangelio nos relata el inicio de su ministerio público, el comienzo de su predicación. Para situar este momento Mateo nos da dos informaciones: que Juan ha sido detenido y que Jesús se trasladará a Galilea en ese momento. Sabemos cómo el Bautista fue detenido por anunciar la Verdad y denunciar el pecado. Sin embargo la misión de Juan no ha fracasado, él ha preparado el camino al Mesías. Éste es Jesús, que se va a desplazar a Galilea. Esa región que en otro tiempo el profeta Isaías denominó “Galilea de los gentiles”. El dato no es solo geográfico, está cargado de un sentido teológico precioso. Galilea era la región más alejada del centro político y religioso de Israel, Jerusalén. Los galileos eran gente humilde, pobre y en otro tiempo se habían dejado contaminar por los ídolos y cultos paganos de los pueblos circunvecinos. Y va a ser allí, en Galilea, donde Jesús va a empezar su predicación. Desde la región más olvidada, desde el lugar donde menos se le esperaba, desde la periferia, desde allí empezó a alumbrar la Luz.
La primera palabra de Jesús va a ser una invitación a la conversión. Sí, convertirnos porque alguien tan grande, Dios nuestro Creador, merece que le ofrezcamos lo mejor de lo que seamos capaces. Si queremos al Señor, cada día tendremos que luchar por parecernos más a Él, por abandonar todo lo malo y abrazar la senda del bien.
Allí en torno al lago, en medio de las ocupaciones cotidianas de la gente, allí se hizo presente el Señor. De alguna manera así también Dios se quiere hacer presente: en nuestra Galilea particular, en nuestra vida cotidiana. ¡Claro que Dios se puede hacer presente (y lo hace) en los momentos especiales y extraordinarios de nuestra vida! pero la mayor parte de nuestra vida pasa transcurre en el tiempo ordinario: el trabajo, la familia,.. ahí es donde Cristo quiere ser Luz para nuestras vidas. Les pasó a Pedro y Andrés y a Santiago y Juan. Jesús les llamó mientras estaban con sus redes. Es hermoso que Jesús pusiera sus ojos en estos cuatro sencillos pescadores. Pero también es hermosa su respuesta. A las dos llamadas los pescadores respondieron “inmediatamente” dice el evangelista. ¿Cómo es que no dudaron? ¿Cómo es que no le preguntaron a Jesús cuáles iban a ser sus condiciones si le seguían? ¿Por qué lo dejaron todo y le siguieron sin más? La palabra y la presencia de Jesús cautivaron el corazón y la voluntad de estos hombres. Dejarse cautivar por Jesús es una de las experiencias más bonitas de esta vida.
Somos invitados a ser colaboradores de Jesús para que su Luz llegue a cuantos más hombres mejor. Él quiere contar con todos, con cada uno de nosotros. Pero no podemos llevar la Luz de Jesús de cualquier manera. Tenemos que ser dignos colaboradores suyos. Por eso, sí, será necesario hablar de conversión, de arrepentimiento, de caer, pedir perdón y volver a levantarse.
¡Gracias Señor, por querer contar con nosotros para extender tu Luz!
Rubén Ruiz Silleras.