Comentario evangélico. Navidad, ciclo C.
Sinfonía del nuevo mundo
En honor a la verdad, el título no es mío, pero es muy apropiado para el misterio que contemplamos y para el evangelio que proclamamos. Este nuevo mundo, ya no tiene como sol al sol, sino a la “luz verdadera, que alumbra a todo hombre”. Una luz que hoy brilla en Belén y que… viniendo a su casa, “los suyos no la recibieron”. Una gran luz que hoy “ha bajado a la tierra” y que es la luz de Dios o Dios que es la luz. Con la irrupción del Verbo encarnado en la historia, comienza la “etapa final”: es Dios que habla por el Hijo. Y su palabra es un AMÉN sin vuelta de hoja a la voluntad del Padre.
La Navidad es nueva creación. Si vamos al comienzo de las Sagradas Escrituras, al comienzo del Génesis, encontraremos expresiones similares a las del del evangelio que proclamamos hoy en la “Misa del día”, por ejemplo, principio y luz. Y aunque la pieza proclamada conserva un eco de aquel primer comienzo, lo supera: la luz del Génesis es una luz natural, creada y conoce ocaso; sin embargo, la luz de la que habla san Juan es una luz divina, la luz misma, de la cual decimos en el Credo “Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero”, que como un verdadero cirio pascual “no conoce ocaso y es Cristo”. El principio del que da cuenta el Génesis es un comienzo creacional: nada existía y todo fue creado por un Creador. El principio que hoy se nos proclama es el mismo Dios en su unidad y en su comunión de personas, que no teniendo comienzo es así mismo el principio de todo lo creado. Y aún más: el principio de lo recreado, al dejar claro que Dios es el padre de todos y que, por “la purificación de los pecados”, “dio a cuantos lo recibieron el poder de ser hijos de Dios”.
La Navidad es novedad (¡hasta las palabras suenan parecido!). Una novedad que se plenifica por su unidad con el misterio pascual y que llena al orbe de alegría verdadera. Una novedad que es perdón sin cuentas y sin cuentos. Una novedad muy bien simbolizada por esa puerta que se abrió al comienzo del Año de la Misericordia. Una puerta que es el corazón de Jesús: una puerta que da paso a un nuevo mundo que es una sinfonía de júbilo y esperanza. María, puerta de la misericordia, te felicitamos y nos felicitamos contigo. ¡Feliz y santa Navidad!
José Antonio Calvo Gracia.