Comentario evangélico. Año Nuevo, ciclo C.
De una Virgen Madre y de un Dios Hombre
La profecía de bendición que escuchamos en la primera lectura se cumple en María, madre de Dios: protección, luz, favor, predilección y paz son presencia de Dios que plenifica la vida de la bendita entre las mujeres y, por el fruto bendito de su vientre, llega a todos nosotros, hijos en el Hijo. Hijos por el Espíritu que clama “¡Abba! Padre” y herederos no de un año nuevo de 365 días, sino de una vida feliz por eternidad de eternidades.
Lo escrito en el primer párrafo puede parecer muy solemne e, incluso, grandilocuente. Sin embargo, es misterioso. Este es el mejor adjetivo para calificarlo, porque la gran bendición de Dios está velada por una familia humilde -¡y sagrada!-, por “un niño acostado en el pesebre”, por el reconocimiento nada más y nada menos que de unos pastores. Misterioso. Y misterioso, también para la Virgen María que adopta la única actitud sensata: “y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Este es el sentido de la octava de la Navidad que hoy culmina: traducir en la vida el misterio de la Navidad. Culmina la octava, pero no puede culminar esa labor delicada como la mejor artesanía. Hemos de seguir ahondando en el misterio de la VIRGEN MADRE y del DIOS HOMBRE. Tan solo contemplar estas palabras contrarias nos da una pequeña luz sobre cómo es Dios: supera la diferencia, une lo que está separado por abismos infranqueables, incluye lo que los poderosos excluyen, reconcilia a los que no pueden pagar la culpa.
Si Dios hace lo imposible, ¿por qué voy a dudar de que yo pueda ser santo y santo de altar? Si Dios hace lo imposible, ¿por qué voy a dudar de que mi familia pueda vivir en paz y alegría? Si Dios hace lo imposible, ¿por qué voy a dudar de un mundo en el que el Padre una de verdad a los hermanos?María, madre de Dios y puerta de la misericordia, enséñanos. Por nuestra parte, volvemos a felicitarte y volvemos a felicitarnos contigo. ¡Bendito Año Nuevo 2016!
José Antonio Calvo Gracia