Comentario evangélico. Domingo de Resurrección, ciclo C.
Primer día
Hoy, aunque en muchos calendarios aparezca al revés, es el primer día de la semana. Hoy, aunque en nuestra cultura haya hecho un agujero cada vez más voluminoso la noción de weekend, es el primer día de la semana. Y el hecho de que los cristianos comencemos el primer día de la semana descansando y celebrando es un dato muy relevante. ¿Estamos locos? ¿Somos necios? ¿A quién se le ocurre comenzar la semana haciendo un parón y disfrutando? Quien se hace estas preguntas (algunas veces también yo me las hago) no termina de enterarse de que el Señor resucitó de entre los muertos en un día como hoy y, desde entonces, el primer día de la semana es el Día del Señor Resucitado.
Para entender en qué consiste la celebración del domingo, hemos de recorrer los mismos caminos y las mismas emociones de la Magdalena, de Juan y Pedro, de los de Emaús. Creo que si María Magdalena fue la primera al sepulcro, al amanecer, es porque no podía dormir pensando en su Maestro y Señor. Se mezclarían las dudas, los hechos, las esperanzas, provocándole una inquietud que le lleva a ser la primera que acude al sepulcro de su bienamado Jesús, tras la celebración de la Pascua. Luego, corriendo, va a ver a Pedro y a Juan y les dice que “se han llevado del sepulcro al Señor”. Seguro que ellos tampoco habían pegado ojo y que las pocas energías que les quedaban las invirtieron en correr al sepulcro para ver y para que la luz del candil de su fe reviviera y, apostólicamente, hiciera que también reviviera la fe de los demás miembros de la Iglesia a lo largo del espacio y del tiempo. Por la tarde, los de Emaús y la primera eucaristía dominical.
¿Qué propongo? Recorrer este itinerario: ir pronto a ver al Señor, contar con los apóstoles y con sus sucesores, celebrar la eucaristía, llevando gozo y fatigas. Y, por supuesto, contarlo. Aunque nos tomen por locos. Vamos con María, la Virgen, que es la puerta de la Misericordia, a ver a Jesús.
José Antonio Calvo Gracia.