Comentario evangélico. Domingo 22º Ordinario, ciclo A
Más fuerte que yo
Primer domingo de septiembre… Qué duro se hace… Volver al día a día… Las luchas de siempre… Las personas de siempre… Las circunstancias de siempre… Y las lecturas del domingo que dan la palabra a Jeremías, hablando de la capacidad de seducción del Señor: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir”, dice. Y reconoce que Dios ha podido y que, aunque su santa voluntad no le ha dado en este mundo buena fama ni prestigio ni riquezas, antes bien ‘oprobio’ y ‘desprecios’ diarios, ese ‘algo’ que hay en sus entrañas y que arde como fuego es imposible de sofocar. ¿Vocación? ¡Vocación!
Vocación para todos: una llamada para estar con el Señor y darle gloria en el contexto de eternidad para el que ha sido diseñada nuestra vida -nuestra alma- y nuestra vida –nuestro cuerpo-. Vocación que quema dentro. El último domingo de julio tuve la oportunidad de visitar el seminario de Málaga, diseñado hasta el detalle por san Manuel González. Pude caminar por la ‘Galería de la Obediencia’, al lado de la iglesia. La ‘obediencia’ de la fe o, lo que es lo mismo, la ‘obediencia’ de la vocación. Caminar por esta ‘Galería de la Obediencia’ suponía pisar los cuatro enemigos de la ‘vocación’, representados en palabra e imagen en los mosaicos del suelo: ‘No’, ‘Sí, pero’, ‘Cuco’, ‘Cras’.
El ‘no’ está significado en la serpiente inicial, la que se declara en rebeldía y siempre niega: ‘Non serviam’, ‘no serviré’, ‘no te serviré’ y, además, me llevaré a todos los que consiga engañar y se empeñen en decirte no. Los otros enemigos son más sibilinos. ‘Sí, pero’: ¿quién soy yo para poner condiciones a Dios? “Déjame que entierre a mi padre y luego…”. ¿Cómo puede oponerse lo bueno a la voluntad de Dios? Invirtiendo el orden. Amarle es siempre y únicamente amarle sobre todas las cosas. Lo demás son excusas y disfraces de un amor que no puede ser amor, ya que esconde objetivos tan egoístas, como ocultos. Qué pájaro, el cuco… se aprovecha siempre del nido de aves de otras especies. No trabaja, no vive: ¡sobrevive!, pero arrimándose al sol que más calienta, disimulando, es ‘il dolce far niente’, el dulce hacer nada. El ‘cuco’ ha renunciado a vivir su vida, un cobarde y un aprovechado. Y, por último, ‘cras’, que quiere decir ‘mañana’. “Mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana”, como cantaba Lope de Vega. Así hasta un mañana que no tenga mañana, convirtiendo la vida en un ‘no’ definitivo.
Lejos de mí, desanimar en este primer domingo de septiembre. Al contrario, es la hora de despertar: despertar para “discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”; despertar para distinguir la tentación y poder decir con la misma fuerza de Jesús “¡ponte detrás de mí, Satanás!; despertar para tomar la cruz, seguir a Jesús y recibir el Premio del Padre que, no nos engañemos, “pagará a cada uno según su conducta”.
José Antonio Calvo