Comentario evangélico. Domingo 32º Ordinario, ciclo B.
Mujer cabal
Todos los elogios posibles
Cabal es un adjetivo que en una de sus acepciones (según el Diccionario de la RAE) significa: “excelente en su clase”. Esta es la definición que propongo para esta mujer extraordinaria, que siendo mujer, siendo viuda, siendo pobre y pasando tanta necesidad nos da a todos una lección de generosidad enorme, para no olvidar. Y toda la bondad de esta mujer seguro que se explica por su fe sincera. Ella entrega al Templo, la casa de Dios, su ofrenda. Su amor a Dios le mueve a este desprendimiento. Sí, es una mujer cabal porque es una mujer de fe.
No ser como ellos
Jesús se encuentra enseñando en el templo de Jerusalén y en su enseñanza Jesús advierte a sus oyentes sobre la vida tan poco ejemplar de los escribas. En las acusaciones que les dirige Jesús hay una especialmente grave: “devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos”. No solamente buscan reconocimientos y que les reserven los primeros puestos, sino que, encima, engañan a la gente humilde para sacarle su dinero y lo hacen poniendo a Dios como excusa. Por eso, la llamada de atención de Jesús al principio del evangelio va también dirigida a nosotros. ¡Cuidado con no reproducir en nuestra vida ninguna de estas actitudes!
¿Qué camino seguir?
La segunda escena de este evangelio es el contrapunto. De la noche pasamos a la luz. Si en la escena anterior las viudas eran engañadas por los escribas, ahora una viuda nos es puesta como ejemplo a seguir. Esta mujer echó en el cofre del Templo (era su ofrenda para Dios) según el texto griego “dos leptas, es decir, un cuadrante”. La lepta era la moneda judía de menor valor en circulación en tiempos de Jesús, el cuadrante era la moneda romana equivalente, que Marcos añade, como explicación, para que el lector no judío supiera el valor ínfimo de las monedas que ofreció esta viuda. Jesús presencia esta escena y no tiene dudas: la ofrenda de esta mujer vale más que las cantidades que echan los ricos en la misma arca del Templo. La lección es clara: cuando uno da de aquello que necesita para vivir o le supone un esfuerzo, entonces esa ofrenda es realmente auténtica, cuando uno da de aquello que le sobra o le molesta en el monedero (monedas de 1, 2, 5 céntimos de euro) entonces la ofrenda tiene otro valor bien distinto. La actitud de los escribas, la de los ricos que ofrecen lo que les sobra o la de la viuda que le ofreció a Dios parte de lo que necesitaba. Tres caminos distintos. Cada uno debe elegir.
Rubén Ruiz Silleras