Comentario al evangelio. Domingo 5º Cuaresma, ciclo A
1.– Jesús desdramatiza la muerte.
“Nuestro amigo Lázaro está dormido”. Para Jesús, la muerte es un sueño. Y, desde entonces, cambiará el nombre del lugar donde se entierran los muertos. Ya no se llamarán “necrópolis” (ciudad de los muertos) sino “cementerios” palabra griega que significa dormitorio. La muerte ya no es lo irremediable, ni lo definitivo, ni el final del camino. Para Jesús la muerte es una “pascua” es decir un “paso” para la auténtica vida. Podemos decir que el que muere no ha llegado al fin, sino que ha cumplido su finalidad. Nos lo dejó escrito el gran sacerdote español Martín Descalzo antes de su muerte ya inminente: “Morir sólo es morir. Morir se acaba. Se acaba de sufrir y hacer preguntas. Morir es tener paz y luz y casa juntas. Y hablar, dejando los dolores lejos, la noche luz, tras tanta noche oscura” (El pájaro solitario). Y puesto que la muerte es un sueño, los que creemos en Jesús podemos soñar. Y necesitamos soñar mucho en estos momentos tan críticos que estamos viviendo en España.
2.– Jesús está cerca de las personas que sufren la ausencia de los que ya han muerto.
No hay duda de que Jesús tenía muchas cosas que hacer. A veces, “ni le dejaban tiempo para comer”. Pero sacaba tiempo para estar con las personas que sufrían. Por eso se hizo presente en casa de Marta y de María, hermanas de Lázaro, a las que tanto quería. Y no las consuela con palabras bonitas, sino haciéndose solidario en su dolor. “Y Jesús lloró”. Nuestro Dios tiene sentimientos y no puede ver sufrir. Y hace de esas lágrimas, expresión de amor. “Mirad cuanto le quería”. La cercanía con las personas que sufren nos arranca lo mejor que tenemos: nuestra ternura. Y esa ternura la expresamos con nuestras palabras, nuestros silencios, nuestro apretón de manos, nuestros besos, nuestros abrazos o nuestras lágrimas. En esta hora, hasta se nos priva de estas manifestaciones de cariño por razón del “corona-virus”. Que Dios acepte este sacrificio como el mejor sufragio, la mejor oración por ellos.
3.– La muerte cristiana nos abre el horizonte hacia la verdadera vida.
“Jesús gritó: Lázaro, sal fuera”. No olvidemos el grito de Jesús en la Cruz. Gritó cuando ya no podía ni hablar. No es un grito de derrota. Es un grito de victoria. Es un grito de parturienta que anuncia ya una nueva vida. Pero Lázaro salió atado con las vendas, es decir, sujeto al espacio y al tiempo, para después también morir. ¿Por qué Jesús no prolonga a todos un poco más esta vida? Simplemente porque a Dios no le va el hacer chapuzas. Prolongar más esta vida sería prolongar el dolor y el sufrimiento y crear muchos problemas. Dios quiere para nosotros su propia vida de resucitados. Vivir para no volver ya a morir. Resucitar para entrar definitivamente en la vida de Dios. “Me voy a prepararos sitio para que donde yo esté, estéis también vosotros”. Palabras consoladoras de Jesús para todos aquellos que, en estos días de la pandemia, han perdido a algún ser querido.
IGLESIA EN ARAGÓN