Comentario al evangelio. Domingo 18º Ordinario, ciclo A.

     En este evangelio se dan dos posturas muy diferentes: La de los discípulos y la de Jesús. Veamos:

1.- Discípulos: “Despídelos”.

      Así los problemas se solucionan de raíz. Eso es lo que solemos hacer nosotros: viene una mujer con unos niños pidiendo ayuda; o un migrante, o un pobre cualquiera. Lo que solemos hacer es quitárnoslo lo antes posible. Los pobres nos estorban, nos molestan, huelen mal.
¿Qué dice Jesús? !NO LOS DESPIDAIS! A Jesús no le estorba nadie. Tiene un corazón más grande que una casa y allí caben todos. Poco antes nos ha dicho: “Se compadecía de ellos”. Lo que hace Jesús le brota de dentro, le sale del corazón. Tiene entrañas de misericordia y se enternece ante sus hijos necesitados, sea de la nación que sea, de la cultura que sea, del sexo que sea. Es posible que nosotros no podamos solucionar casos que nos desbordan. Pero siempre está en nuestras manos dar una buena acogida. Podemos abrirle la puerta y preguntar: ¿Has comido? Y le podemos dar un bocadillo y un vaso de agua. Al despedirse no se irá royendo el duro hueso de un rechazo, sino que se sentirá feliz de que la hemos acogido bien.

2.-     Discípulos: ¡QUE SE COMPREN DE COMER!

      Y es lo mismo que decir: ése es tu problema. Bastantes problemas tengo yo en mi casa. Lo nuestro es siempre lo mismo: echar balones fuera. En el fondo somos unos egoístas redomados, tan centrados en nosotros mismos, que nuestra casa se queda tan pequeña que ya no cabe nadie fuera de los nuestros.
¿Qué dice Jesús?  ¡DADLES VOSOTROS DE COMER! Jesús podría haber hecho el milagro él solo. Si no lo hace, es porque quiere que se impliquen sus discípulos. Jesús es un Maestro que no sólo enseña con sus palabras, también con sus gestos. Nosotros siempre tenemos las mismas justificaciones: “Si sólo tenemos cinco panes ¿qué podemos hacer con esto? Lo mismo que ahora: que se unan las naciones, que lo solucionen los Gobiernos… El Banco Mundial, ¿Y mientras tanto? Que la gente se vaya muriendo. Jesús les dijo: “Traedme los cinco panes y los dos peces”. No nos pide lo que no tenemos. Y sobre “eso poco” vendrá la bendición de Dios. El milagro de la solidaridad siempre funciona.

3.- Y sobraron doce canastos.

       Cuando uno ha vivido en países del Tercer Mundo, uno cae en la cuenta de todo lo que se podría hacer simplemente “con lo que nos sobra”. Con lo que nos sobra de calzado, de vestidos, de comida…Con todo lo que nosotros gastamos en “cosas superfluas”, el Tercer Mundo tendría para lo estrictamente necesario.

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