Comentario al evangelio. Domingo 5º Ordinario, ciclo B

1. La suegra de Simón estaba en casa con fiebre.

     Este episodio, al comienzo del evangelio, tiene una enorme importancia. Veamos los verbos que usa: se acercó, la cogió de la mano, la levantó.
Se acercó. No se la llevaron sino que fue Jesús el que se acercó donde ella estaba postrada. La iniciativa la tiene Jesús. Hay que acercarse a la gente, sobre todo, a la gente que sufre y lo pasa mal. En la parábola del Samaritano hay dos preguntas muy diferentes: la del escriba que pregunta: ¿quién es mi prójimo? ¿quién está cercano a mí?  ¿quién se me aproxima? ¿quién se humilla y camina hacia donde yo estoy sentado?  ¡Que venga donde yo estoy! La pregunta de Jesús es distinta: ¿quién se hizo prójimo?  ¿quién bajó de su cabalgadura para recoger y montar en ella al herido?  No podemos hacer caridad humillando a los pobres. No podemos hacer caridad dando cosas sin darnos a nosotros mismos. Cristiano es aquel que sale por los caminos del mundo diciendo: ¿Quién me necesita? ¿Quién necesita mi persona, mi tiempo, mi cercanía?
La cogió de la mano. Eso lo prohíben las leyes de la pureza legal. Para Jesús, por encima de las leyes está la persona que necesita sentir la cercanía. A veces olvidamos que existe la medicina llamada “abrazo-terapia” el curar a través de los besos y abrazos que damos a la persona que sufre, sin miedo a contagiarnos.  La levantó.   También a Pedro lo agarró Jesús cuando se hundía (Mt 14,31). Por suerte hay una mano a la que agarrarse. Me levanta y me ayuda a caminar. Pedro repetirá el gesto…” No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo…ponte a caminar”… La Iglesia está para levantar y poner  a la gente en pie, dándole  su dignidad. Si tenemos en cuenta que el verbo que usa es el mismo que emplea para hablar de la Resurrección, deduciremos que la intención del Evangelista no se limita a levantar el cuerpo, sino también el alma de tanta gente de hoy hundida por el Covid-19 o, pero todavía, por la falta de fe. Gente que no cree, que no espera nada después de esta vida. Y se puso a servirles. El servicio es esencial en el cristianismo. A los ojos de los griegos, el servicio era algo indigno, propio de esclavos. Un servicio sin amor esclaviza; pero un servicio por amor, dignifica a la persona.  De hecho, Jesús no ha venido a ser servido sino a servir (Mt. 20,28).

2.– Se levantó de madrugada y se puso a orar. 

     La jornada-tipo de Jesús en Cafarnaúm debería cerrase con las curaciones ante la puerta de casa. Jesús no considera cumplida su misión porque ha enseñado, curado, liberado, aliviado las miserias humanas. La soledad y la oración completan su ministerio. Son parte de su actividad, pertenecen a la agenda de sus compromisos. Jesús necesita estar a solas con el Padre. De aquella oración sublime, inefable, de Jesús con el Padre en el silencio de la noche, sólo nos ha quedado una palabra ABBÁ.PAPÁ.  Es la respuesta de Jesús al Padre en esa experiencia de cariño y de ternura. Jesús necesitaba internarse en la noche y abrasarse en esa hoguera del amor infinito. Por eso cuando Jesús abrazaba, abrasaba con el fuego de su amor.     “Vayamos a otra parte” “Es el desierto, la soledad, lo que relanza la misión” (J. Delorme). La oración es fuente de actividad. Quizás llegará un día en que vendrán a buscarnos precisamente porque oramos. El místico será el hombre más buscado.  Debe ir a otra parte. La oración nos invita a salir a lo imprevisible, a la sorpresa, a la creatividad. Un hombre que reza descubre nuevos itinerarios. Dios obra en silencio y mueve la historia con aquellas fuerzas que se sacan con él en la soledad.

Iglesia en Aragón

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