Comentario al evangelio. Domingo 13º Ordinario, ciclo B

      No olvidemos que el episodio anterior ha terminado en el mar. “símbolo del mal”. Jesús viene a destruir el mal del mundo. Y las lecturas de este domingo nos van a hablar de Jesús curando a la Hemorroísa, es decir, restaurando la vida, más aún, resucitando a una niña, es decir, arrancándola de las garras de la muerte.
 
1.– JESUS, EL AMIGO DE LA VIDA.  
       En la primera lectura, el libro de la Sabiduría nos habla de Dios, Creador de la vida, amigo de la vida y enemigo de la muerte. Jesús ha venido a este mundo “para que tengamos vida y la tengamos en abundancia” (Juan, 10,10). Jesús quiere que el Proyecto de Dios siga adelante. Nosotros, los mortales, es decir, los que inexorablemente estamos condenados a la muerte, sólo podemos conjugar el verbo tener, que indica relatividad. Por eso decimos: yo tengo salud, sí, pero relativamente, ya que mañana puedo enfermar. Tengo “vida” pero relativamente, ya que mañana puedo morir. El único que conjuga el verbo ser, que indica plenitud, es Jesús. Por eso Jesús dice: YO SOY LA RESURRECCION Y LA VIDA. De esa abundancia de vida, de esa plenitud, Cristo nos quiere dar.
 
2.– JESÚS RESTAURADOR DE LA VIDA.
      Jesús se encuentra con una mujer que lleva ya doce años “perdiendo sangre”, es decir, “perdiendo vida” (Lev. 17,11). Esa mujer era símbolo de una frustración vital. Jesús no está de acuerdo en que se malogre la vida.  La mujer tiene fe en Jesús y sabe que sólo Él la pueda sanar. Pero ella sabe que es impura y no puede acercarse a nadie para ano contagiarle (Lev. 15,19).  Por eso camina temblorosa y a Jesús sólo quiere tocarle la orla del vestido. Es curioso que, mientras la gente está físicamente apretujando a Jesús sin pasarles nada, esta mujer, con sólo rozarle el manto con fe, ha sido curada. Muchas veces estrechamos a Jesús, le comemos, y no pasa nada en nuestra vida. Habrá que dar el paso a la fe. Llama la atención que Jesús, después de los milagros, incluso después de la Resurrección de la niña, mande silencio. Y aquí hace alarde de publicidad: ¿Quién me ha tocado? A Jesús le interesa que la gente se entere que quiere liberar a esta mujer (y a todas del mundo) del tabú de la sangre. Tener flujos de sangre no es ninguna culpa ni se contagia nadie por eso. El pecado está en el corazón de las personas.
 
3.– JESUS VENCEDOR DE LA MUERTE.
      Jesús, pudo haber llegado a curar a la niña antes de morir. Pero dejó que muriera para desdramatizar la muerte. La muerte ya no es lo irreparable, lo irremediable, lo definitivo. Hay Alguien que tiene poder sobre la muerte y es Jesús. Notemos que Jesús se acerca y toma a la niña de la mano. También estaba prohibido por la ley tocar un cadáver pues el que lo hacía quedaba impuro y contaminaba a los demás. Jesús libera también de ese otro tabú. Notemos que el verbo que usa “levantar” es el mismo que se usa para hablar de la Resurrección de Jesús. Jesús no nos levanta de una muerte para volver de nuevo a morir. Jesús nos levanta de la muerte para alzarnos a la misma VIDA DE DIOS, para vivir siempre con Él.  No nos extrañe que aquí “pida silencio” después del milagro. No quiere que la gente se quede en ese milagro, sino en el gran Milagro de la Resurrección.  Aquí se acabará el llamado “secreto mesiánico”.
 
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