Comentario al evangelio. Domingo 15º Ordinario, ciclo B
En este evangelio Jesús nos habla de palabras “claves” para entender bien la llamada y la misión. Veamos algunas:
1.- “Llamó Jesús a los doce y los envió”.
En la mente de Jesús, estos dos verbos: “llamar y enviar” deben ir siempre juntos. Lo dice explícitamente San Marcos: “Creó los doce para que estuvieran con Él y enviarlos a predicar” (Mc. 3,14). ¿Qué significa estar con Él? Estar con Él significa entrar en relación con una persona que “de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración” (Mc. 1,35). En la oscuridad de la noche, en soledad, sin los ruidos del día, Jesús sentía necesidad del encuentro inefable y maravilloso con el Padre. El Padre le atraía, le seducía, le quitaba el sueño. Cuando Jesús llama a los doce a “estar con Él” quiere comunicarles esta experiencia sublime que Él ha tenido con su Padre. Después vendrá la misión, el trabajo, la ocupación: “Todos te buscan”. Lo que la gente busca en Jesús no es sólo una curación física o una palabra de consuelo. Jesús está lleno de Dios, lleno de amor, de alegría, de bondad, de misericordia. Y eso era lo que arrastraba a la gente que buscaba a Jesús. El vacío existencial de Dios en el mundo que nos toca vivir sólo lo llenarán personas que, como Jesús, estén llenas de Dios. Y cuando uno está lleno de Dios, entonces, y sólo entonces, está capacitado para la misión. Lo importante es predicar lo que hemos aprendido de Jesús “estando mucho tiempo con Él”.
2.– Los mandó “de dos en dos”.
Alude a la comunidad de los doce. En el evangelio de Marcos, “la comunidad es muy importante”. Tanto que lo primero que hace Jesús es “formar el grupo”. En este evangelio “los discípulos” son tan importantes que Jesús no quiere hacer nada sin ellos. Lo siguen a sol y a sombra. Y cuando los envía a predicar y Jesús se queda solo, el evangelista corta la narración. Jesús admira a su primo Juan Bautista y le ha elogiado públicamente, pero no quiere seguir su estilo de vida. Sus discípulos no son elegidos para vivir en el desierto y llevar una vida ascética. “Juan ni comía ni bebía, pero el Hijo del Hombre come y bebe” (Lc. 7,33-34). Jesús siempre está rodeado de sus discípulos y este estilo de vida es parte de su misión. Se evangeliza desde el grupo, desde la comunidad, desde la Iglesia. Y se lleva a los demás la experiencia de ese grupo que ha ido creciendo y madurando en la fe, en torno a Jesús. En estos momentos en que nuestras Iglesias se van quedando vacías, surge la necesidad de crear grupos en torno a la Palabra de Dios. Estos grupos sentirán necesidad de celebrar su fe en torno a la Eucaristía. Hay que volver a los orígenes de nuestra fe.
3.– Salieron a predicar la conversión.
La palabra que usa en griego “metanoia” tiene gran fuerza. Es una revolución en nuestra manera de pensar y de actuar. Es un dar la vuelta a la tortilla. Si la gente piensa que lo importante es el “poseer”, los discípulos de Jesús han aprendido que más importante que tener es “compartir”. Si para la gente lo importante es dominar, tener poder sobre los demás; los discípulos de Jesús han aprendido que es mejor “servir”. Un servicio sin amor, esclaviza; pero un servicio por amor, nos hace personas libres. Jesús no ha venido a este mundo a ser servido sino a servir (Mt. 20,28). Y si el mundo piensa que se puede ser feliz ocupando los primeros puestos, mirando a los demás por encima del hombro, siendo más que los demás, se equivoca. “El más grande es el más pequeño” (Mt. 18,1-4). “Hay más alegría dando que recibiendo” (Hechos 20,35). Y si en vez de dar, te sabes dar como Jesús, entonces la alegría llega a plenitud.
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