Comentario al evangelio. Domingo 18º Ordinario, ciclo B.

       En este evangelio Jesús deja las cosas bien claras. No todo sirve en el cristianismo.  Hay que bajar al fondo de nuestro ser y descubrir las motivaciones profundas de nuestro seguimiento a Jesús. Veamos algunos aspectos muy interesantes en este evangelio.

1.- “Vosotros me buscáis porque habéis comido hasta hartaros”

      El pueblo, la gente, entusiasmada con Jesús porque había saciado milagrosamente su hambre en el desierto, le busca y le hace esta pregunta: “Maestro, ¿Cuándo has venido aquí”? A esta pregunta Jesús no responde. Como no responde a tantas preguntas vacías y superficiales que nos hacemos en la vida: ¿Dónde vamos a pasar este fin de semana? ¿Qué matrícula de coche voy a comprar?  ¿Qué tiempo nos hará esta semana? Pero sí contesta a las preguntas de profundidad. A Jesús le interesa mucho las motivaciones de nuestra fe, el por qué seguimos a Jesús. Y le duele cuando le seguimos sólo pensando en cosas materiales. “Me buscáis porque habéis comido hasta hartaros”. Aquellos buscaban a un Jesús que les diera de comer todos los días sin trabajar. Jesús no está de acuerdo con esas miras tan cortas, con esas vidas tan reducidas. Dios desea siempre más. Por eso les invita a buscar otro pan, otra comida que permanece, que da vida eterna. Aquí no se refiere sólo a la vida después de la muerte, sino a un cambio de vida en este mundo. “Vida eterna es una vida distinta a la existencia de antes” (J. Guhrt). Es lo que ya había dicho Jesús en otra ocasión: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10). La mejor manera de prepararnos para la “vida eterna” es     vivir esta vida en plenitud.


2.– ¿Qué debemos hacer para obrar según Dios?  

     Después de un diálogo con Jesús, las cosas cambian. Qué distinta la pregunta que le hacen ahora a la que le habían hecho antes.  Si cada día los cristianos escucháramos a Jesús, si cada día leyéramos con fe el evangelio, cambiarían nuestras preguntas y nuestras conductas. Lo que de verdad cambia a una persona es otra persona. Y la única persona que puede cambiar nuestra vida es Jesús. “La obra de Dios es que creáis en aquel que el Padre ha enviado”. Jesús es el único que puede llenar plenamente nuestra vida. Cuando Jesús llama a los primeros discípulos les hace una pregunta: ¿Qué buscáis? Ellos le contestan con otra: Maestro, ¿dónde vives? Jesús les dijo: “Venid y ved”. Aquí Jesús se presenta como la respuesta a todas nuestras preguntas; como la solución a todos nuestros problemas; como la plenitud a todos nuestros vacíos.  El texto no nos dice qué vieron, qué sintieron, qué palparon. Lo único que nos dice es que aquellos primeros discípulos ya no se apartaron de Jesús. Y se quedaron con Él (Jn. 1,39).


3.– Señor, danos siempre de ese pan.

      Aquí ya no hay una interrogación sino una afirmación: “Danos siempre de ese pan”. A Jesús no debemos ir nunca con nuestras respuestas sino sólo con nuestras preguntas. Es posible que Él mismo nos haga cambiar de preguntas. Y también que nos quedemos, como sucedió en este caso, con la respuesta que necesitamos. No queremos otro Pan, ni otro Vino, ni otro Camino, ni otra Luz, ni otra Sal, ni otro Tesoro, ni otra Verdad, ni otra VIDA que no sea JESUS.  En definitiva, es Jesús aquel que, en el fondo, todos buscamos y todos necesitamos.

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