Comentario al evangelio. Sagrada Familia, ciclo C

Personajes importantes en este relato.

1.- Simeón y Ana. 

      En este día de la Sagrada Familia son los representantes de los ancianos. Y, como ellos, están también sometidos a las flaquezas, limitaciones, achaques, incluso soledad. Pero hay algo que les mantiene con esperanza e ilusión: su fe en Dios. Los ancianos son acosados por muchas carencias; pero todas se pueden superan si Dios está presente en sus vidas. Lo que no se puede aguantar en esa edad de frustraciones es la ausencia de Dios. Simeón es el hombre de fe que, al tener al Niño en brazos, se estremece, se llena de gozo y dice que ya no le importa morir. Este Niño ha pasado por otros brazos: las de los sacerdotes de turno. Ha pasado como un niño cualquiera, sin experimentar alguna vibración religiosa. ¡Qué bonito es tener fe! La necesitamos todos, pero especialmente los que ya están en la etapa final de la vida. Ana ha pasado por distintos estados de la vida: soltera, casada y viuda. Y en todos los distintos estados ha habido algo permanente: su total adhesión a la voluntad del Señor.

2.- María y José.

     Son los esposos ideales. En ellos se ha cumplido plenamente la recomendación del apóstol Pablo a todos los esposos: “Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia”. Sería interesante sorprender a María cuando habla de San José: Es maravilloso, trabajador, alegre, feliz con su esposa y el niño. Sólo piensa en hacernos felices a los dos. Lo mismo diría José de la Virgen cuando alguien entraba en su taller: María es un encanto de mujer, tan sencilla, tan cariñosa, tan dulce, tan entrañable…En realidad, tengo una esposa que no me merezco, es demasiado para mí.    El comportamiento de José y María se puede ver en el episodio de la pérdida del Niño en el Templo. No se culpabilizan el uno al otro, al contrario, se defienden. Después de un reproche cariñoso de María a Jesús: ¿Por qué has hecho esto con nosotros?  La Virgen tiene interés en meter a José como protagonista: “Tu padre y yo” te buscábamos angustiados”.  Y esta frase había que ponerla en admiración ¡TU PADRE Y YO! Tu padre y yo nunca discutimos, sólo tenemos ojos para mirarte y oídos para escucharte, y brazos para abrazarte, y corazón para amarte. Tú eres la razón de nuestra vida.


3.- El Niño. 

     La ley suprema del niño es “crecer”. Si no crece nunca dejará de ser niño, nunca podrá ser hombre. Pero este crecimiento tiene que ser integral. No es suficiente crecer sólo biológicamente. Normalmente todos los padres se preocupan de que a sus hijos no les falte comida ni vestidos.  También deben preocupase del crecimiento “intelectual”. De eso también se suelen preocupar los padres.  Pero todavía hace falta el crecimiento espiritual, debe crecer en gracia. Ese niño debe alimentar su alma descubriendo que Dios es su padre y que todos nosotros somos hermanos.

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