Comentario al evangelio. Domingo 2º Cuaresma. Ciclo C.

       El evangelio de Lucas resalta el tema de la oración.  Y la pone en los momentos importantes de la vida de Jesús: en el bautismo (3,21); en la vocación de los discípulos (6,12; en la profesión de Pedro (9,20; en el Padre Nuestro (11,1) y en su muerte: (23,46).  En Lucas la Transfiguración es consecuencia de la oración. Entonces, ¿Para qué la montaña?

1. – SUBIMOS A LA MONTAÑA PARA RESPIRAR EL AIRE PURO DE DIOS. 

        El hombre moderno, que vive en las grandes urbes, necesita la montaña para liberarse de los ruidos, el asfalto, la   polución. Necesita respirar el aire puro de la montaña. Y en esta sociedad materialista donde cada día se va perdiendo el sentido religioso, donde cada día Dios va quedando más lejos, dominan los egoísmos, las enemistades, las venganzas, las agresiones, la violencia. La vida se va haciendo cada día más inhumana. Y este hombre que lo sepa o no lo sepa, lo acepte o no lo acepte, está hecho a “imagen y semejanza de Dios” siente dentro de sí un vacío, una frustración, una angustia vital. Necesita respirar el “aire puro de la montaña de Dios”. Necesita respirar la verdad, la belleza, el amor, la paz. Subir a la montaña va siendo una necesidad existencial. También para el alma.


2.- SUBIMOS A LA MONTAÑA PARA CAMBIAR.  

      Notemos que los discípulos que subieron con Jesús eran Pedro, Juan y Santiago. Pedro quería impedir que Jesús fuera a la Cruz. Santiago y Juan, al entrar en Samaría, querían que Jesús enviase fuego para arrasar a esa ciudad que no lo había querido recibir (Lc.9,54). Estos apóstoles necesitan cambiar de actitud. Por eso Jesús los llevó a la montaña. Por otra parte, en la misma montaña, San Pedro quería hacer tres tiendas: una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Es verdad que estos personajes representaban la Ley (Moisés) y los profetas (Elías). Pero cometía el error de comparar a Jesús con un personaje famoso del A.T. No se puede tolerar tres tiendas “iguales”. Jesús es más que Moisés y más que Elías. Jesús es el Hijo de Dios.  En este sentido, todos tenemos que cambiar. Jesús no debe ser “uno más”. Debe ser el Absoluto, el Definitivo. Y desde Jesús debemos relativizar todo lo demás. El cambio que dieron los discípulos en la Montaña aparece al final cuando dice el texto paralelo de Marcos: “Y ya no vieron a nadie sino únicamente a Jesús” (Mc. 9,8). Este debe ser el resultado de todo auténtico encuentro con el Señor: No ver ya a otra persona sino a Jesús. Y ver el mundo a través de Jesús. Nosotros no podemos bajar de la montaña y seguir siendo “enemigos de la Cruz de Cristo” (2ª Lectura).

3.- SUBIMOS A LA MONTAÑA PARA INICIAR UN NUEVO CAMINO. 

      La gran equivocación de los apóstoles, representados por Pedro, era el “querer permanecer allí”.  ¡Qué bien se está aquí! Si Jesús los ha llevado al monte de la transfiguración, no ha sido para que se quedaran en ese monte, sino para que, desde ese Monte, divisaran otro monte: el del Calvario. Jesús quiere que vivan una experiencia “gratificante” para que no se escandalizaran de la Cruz. Es muy interesante tener acumuladas en el alma distintas experiencias positivas de la fe. Experiencias de “luz” para los momentos de “oscuridad”; experiencias de “seguridad”, para los momentos de “duda”; experiencias de “presencia” para los días de “ausencia”.  Experiencias de “Tabor” para las largas horas de Getsemaní; experiencias de Resurrección para poder aceptar la Muerte. Hasta ahora hemos hablado mucho del Dios de la Ciencia. Desde ahora debemos hablar más del “Dios de la Experiencia”.

Iglesia en Aragón

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