Comentario al evangelio. Domingo 18º Ordinario, ciclo C
1.- LA RIQUEZA ME DESPERSONALIZA.
Si caemos en la cuenta, ese rico que ha tenido una gran cosecha no habla con nadie; sólo habla consigo mismo: ¿Qué haré? Ya sé qué haré: “construiré grandes graneros”, “Diré a mi alma”: tienes bienes para muchos años. Come, bebe, banquetea… Allí no aparecen ni su esposa, ni sus hijos, ni sus padres, ni sus amigos. Sólo él y su alma. Cuando uno habla solo, solemos decir: éste anda mal del tejado. Por lo demás, si la persona está hecha para el diálogo, la conversación, la comunicación…aquí tenemos a un hombre disminuido, discapacitado. Un hombre que no era hombre.Es verdad que sabe agrandar sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, sólo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida? El evangelio NOS HABLA DE LA CURACIÓN PROGRESIVA DE UN CIEGO. ¿Qué ves? Veo hombres como árboles que andan. Vida meramente vegetativa. Ni siquiera vida animal porque los árboles no sienten. “Engarza en oro las alas del pájaro y ya no podrá nunca volar al cielo”. (R. Tagore).
2.- LA RIQUEZA ME ENTONTECE.
La palabra clave para entender esta parábola es «Necio«. Del latín «nescio», que significa literalmente: «no sé». Necio es el que no sabe qué hacer con su vida. Le han dado posibilidades, talentos, tesoros para negociar y ser cada día más persona: crecer, madurar, realizarse; pero como es un ignorante, malogra su vida, entierra sus talentos, vive superficialmente atrapado por el “tener” “poseer” “acumular” sin caer en la cuenta de que su vida tiene fecha de caducidad y, en cualquier momento, se la pueden quitar. Esto es una parábola. Es lo que le ocurrió a un hombre del siglo primero y lo que nos sigue ocurriendo también a los del s. XXI. Sabemos que tenemos que morir, pero no nos lo creemos y somos los eternos ignorantes. Lo decía muy bien el poeta: “El hombre está entregado al sueño, de su suerte no cuidando, y con paso callado, el cielo vueltas dando, las horas del vivir le va hurtando” (Fray Luis de León) Sensación de vacío, de frustración, de haber perdido el tiempo, de haber sido robado.
3.- LA RIQUEZA ME ENVILECE.
Cuantas vilezas y miserias con el afán de dinero. Pensemos en la droga, en la trata de mujeres etc. Pensemos en los políticos: de uno y otro bando: Nos parecían buenas personas, pusimos la confianza en ellos. Después hemos descubierto que eran unos corruptos. Algunos están en la cárcel. Pensemos en las familias. Los padres toda la vida trabajando por sus hijos. Llega la muerte y en el reparto de la herencia vienen las rupturas. Pensemos en los ancianos en la residencia. Me decía la madre de una casa de las hermanitas de ancianos desamparados: “No los vienen a ver en vida, pero cuando mueren acuden todos preguntando por las cartillas”. Sólo les interesa eso. ¿No es esto una vileza y una miseria?
Iglesia en Aragón