Comentario al evangelio. Domingo 24º Ordinario, ciclo C
1.- LOS PROTAGONISTAS DE ESTAS HISTORIAS.
Hasta ahora hemos hablado de los protagonistas de esta manera: Parábola de la “oveja perdida”. Y hemos dado el protagonismo a la oveja, Hemos hablado de la parábola del “hijo pródigo”. Y hemos creído que el protagonista era el hijo. Y también hemos hablado de la “moneda perdida” Y hemos dado el protagonismo a la moneda. ¡Y nos hemos equivocado! El protagonista es el pastor, es la mujer y es el padre. A Jesús ni se le pasó por la cabeza hacer una parábola para describir las miserias de ese hijo. Pero empleó todo el tiempo en hacer una presentación bella, tierna, encantadora de la bondad del Padre. En realidad, el protagonista es Dios en forma de “pastor”, en forma de “padre” y en forma de “mujer”. Y esto último nos extraña profundamente dado el concepto que se tenía de la mujer en su tiempo.
2.- EN ESTAS PARÁBOLAS SE NOS REVELA EL VERDADERO ROSTRO DEL PADRE.
Y digo que se nos “revela” porque son parábolas-revelación. Lo dice muy bien la introducción a este capítulo quince: Los pecadores se acercan a Jesús “para escucharlo”. Lo siguen por todas partes y les encanta sus palabras. Los fariseos y los escribas (aquellos que el pueblo tenía como santos) también acudían, pero no para escucharle, sino para criticarle, para llevarle la contraria, y difamarle. Ante esto, Jesús responde con estas parábolas. Quiere justificar su modo de proceder. Y es como si les dijera a los escribas y fariseos: Os pasáis la vida con la Biblia en las manos y no tenéis ni idea de lo que es Dios. Ahora os lo voy a explicar a ver si os enteráis de una vez.
En las tres parábolas, pero de una manera especial en la del Padre Bueno, llama la atención los gestos exagerados: Un padre nunca entregaba la herencia a sus hijos en vida. Un padre nunca sale a esperar al hijo; es el hijo el que debe venir a reverenciar al padre. Y más exagerado que lo dibuje “corriendo”. ¿Qué pretende el evangelista? Darnos a conocer el “amor exagerado, escandaloso de Dios”. Hagamos hipótesis: a) El hijo le pide que le reciba en casa, pero como sirviente. Podría haber dicho: Concedido. Pero no lo hizo. b) Podría haberle perdonado todo, pero con una amonestación: si vuelves a hacer lo mismo, no entras más. No lo hace. c) Podría haberle perdonado todo y dejarlo en la misma situación que tenía antes de irse. De este episodio, olvídate. Para mí sigues siendo el mismo. Y tampoco lo hace. ¿Qué es lo que hace? Lo que el hijo de ninguna manera podría ni sospechar: Le besa, le abraza, le pone el anillo, le calza, le viste y mata para él el ternero reservado para la fiesta. Ese Padre es lo que un hijo no puede ni pensar. Conclusión: Si alguien piensa que esta parábola del Padre la hizo Jesús para decirnos que Dios es bueno, no ha entendido nada. Si saca la conclusión de que Dios es exageradamente bueno, escandalosamente bueno, sí la ha entendido.
3.- EL HIJO MAYOR.
La parábola se completa con la postura de este hijo. Aparentemente es el bueno, el servidor, el que no se ha ido nunca de la casa, pero no acepta ni a su Padre ni a su hermano. No acepta al Padre porque le reprocha: “Hace tantos años que te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya y jamás me diste un cabrito para merendar con mis amigos”. El Padre se limita a decirle: “hijo tú siempre estás conmigo” Tú siempre estás como hijo, y me molesta que te sientas esclavo, jornalero. No quiero en casa “siervos que me sirvan” sino hijos que me quieran. Y, “como todo lo mío es tuyo”, el que no hayas cogido un cabrito o diez cabritos, que son tuyos, es tu problema. Tampoco acepta al hermano: “Ese hijo tuyo” …se avergüenza de llamarlo hermano. La tragedia de este Padre es que tiene dos hijos: uno se le ha ido de casa; y el otro se ha quedado en casa, pero no como hijo, sino como siervo. ¿Qué desea el Padre? Que entren los dos hermanos en la fiesta del amor.
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