Comentario evangélico. Domingo de Pascua.

   CRISTO HA RESUCITADO
  
   Cristo ha resucitado. La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo" nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica (n° 683). La comunidad cristiana de los primeros tiempos vivió esta verdad como el centro de su existencia. Todas sus certezas: su caridad patente a todos, su serenidad ante el martirio, su amor por la Eucaristía... todo se refería en último término al misterio Pascual de Cristo, a su muerte y su resurrección. "Si Cristo no resucitó vana es nuestra fe", argumenta san Pablo.
   Pero, el momento mismo de la Resurrección de Jesús, no tuvo otro testigo que el silencio de la noche pascual. Ninguno de los evangelistas describe la Resurrección misma, sino solamente lo que pasó después. Desde el primer momento la Iglesia se hace presente en el sepulcro vacío. Pedro y Juan acuden presurosos después del aviso de María Magdalena. Pedro, según Von Balthasar, representa en esta escena el ministerio eclesial; Juan representa el amor eclesial. Juan llega antes al sepulcro, el amor es más rápido. Pero deja que el ministerio dictamine: el cómo están las vendas y el sudario que han envuelto el cuerpo de Jesús descarta el robo. Entonces entra el amor, que ve y cree en la verdad de todo lo que Jesús les había propuesto en la vida compartida con ellos durante tres años. Todo lo que sucedió con Jesús era verdad y la fe abraza el momento a pesar de la oscuridad de la situación.
   La fuerza de la Resurrección de Jesús marca a la Iglesia naciente desde el principio. La fe en Jesús empieza a descubrirse como fe en la Resurrección. Los apóstoles, de origen y religión judía y amantes de sus tradiciones, son testigos aquel día de un acontecimiento que les hace cambiar la observancia del sábado, tan arraigada en el pueblo judío, para pasar a celebrar un nuevo hecho que ha cambiado su historia personal y la historia de toda la humanidad: la Resurrección de Jesús. La celebración del domingo, que comienza a darse en las primeras comunidades cristianas, muestra bien a las claras su fe recién estrenada en la Resurrección del Señor. Para el creyente de entonces, como para el de ahora, la Resurrección es el dato culminante de su fe en Cristo; por la resurrección se confirman todas las promesas del Antiguo Testamento. El Señor ha sido fiel a su amor y se ha dado sin límites, con sobreabundancia. Por la Resurrección se confirma la divinidad del Mesías: verdadero Dios y verdadero hombre. La Resurrección nos enseña la verdad íntima acerca de Dios (Dios es amor) y acerca de la salvación humana. Cristo en su misterio pascual lleva a su plenitud la revelación de Dios.
   Creer vivamente en la resurrección del Señor para vivir una nueva vida llena de esperanza, de fortaleza, de amor. Resucitar con Cristo será no vivir más en el pecado; será participar con Cristo en el misterio de la cruz y la salvación de los hombres; será vivir esta vida como peregrinos hacia la posesión eterna de Dios. El cristiano está llamado a "conresucitar" con Cristo y a "buscar las cosas de arriba". Él es una criatura nueva, lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado y su vida está escondida con Cristo en Dios. ¿Está muy lejos de nuestra vida diaria esta verdad fundamental?

   + Carlos Escribano Subías,
   Obispo de Teruel y de Albarracín
  

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