Comentario evangélico. Domingo 18 A Ordinario.

ÉL DARÁ EL INCREMENTO

       El Evangelio de este domingo nos narra la multiplicación de los panes y los peces. La gente busca a Jesús, han oído hablar de Él, han escuchado sus palabras y le han visto siendo coherente con ellas. Muchos salen a su encuentro con avidez: quieren escuchar su propuesta y que les devuelva la salud. El Señor responde a su demanda, pero desde el principio quiere mostrarles que su invitación va más allá de lo inmediato. El ha venido a traer la salvación a los hombres y su Reino ya ha comenzado.
       El Señor es consciente de las necesidades  de los hombres. E invita a sus discípulos, también a nosotros, a ser solidarios con ellas. Aquellos hombres, que están descubriendo a Jesús, se  despachan ante las necesidades de sus hermanos con una disculpa juiciosa. No tienen con qué dar de comer a aquella multitud. Lo razonable, lo que manda la lógica, es que vayan a proveerse de alimentos a las aldeas cercanas y luego regresen. Pero Jesús pretende mostrarles que la lógica de Dios es distinta de la lógica de los hombres. Les pide que aporten lo que está en su mano y Él hará el resto.
       Muchas veces se nos olvida que en este marco debe inscribirse también nuestra acción evangelizadora: aportar todo lo que esté a nuestro alcance con la certeza de que Él dará el incremento. El problema surge cuando quedamos paralizados por una sobredosis de realismo. Ello puede cerrar nuestro corazón y creatividad ante las necesidades de los demás. Y olvidamos que sus penurias materiales, ¡cuántas descubrimos en este momento de crisis económica!, exigen de nuestro compromiso y generosidad.
       Pero Jesús va más allá. Él se preocupa, y ocupa a sus discípulos en ello, de dar el alimento material a aquella gran cantidad de gente. Pero el modo de hacerlo y los gestos que utiliza nos muestran otra realidad. Nos dice el texto evangélico que alzó mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los repartió. En estos gestos, la Tradición de la Iglesia ha visto los gestos que el sacerdote realiza con el pan en la celebración eucarística. La eucaristía y el servicio a los hermanos están estrechamente unidos. Se anticipa así la enseñanza de la Última Cena, cuando Jesús lava los pies a sus discípulos. Pero esa ligazón que el Señor nos muestra no hace sino poner ante nuestros ojos el contenido real de la escena que contemplamos.
       La necesidad material azota cruelmente a muchas personas en el mundo y, por desgracia algunas son muy cercanas. Pero la mayor de las pobrezas muestra su rostro cuando intentamos construir un mundo sin Dios. El hambre que en ultimo termino debemos intentar saciar es el
hambre de Dios.
       Salir al encuentro de nuestros hermanos, saciar en ellos el hambre de Dios y la sed de Cristo. Un domingo más, la Palabra de Dios nos abre un camino apasionante y comprometido. Nosotros, como los discípulos del evangelio, tenemos que dar de comer a nuestros hermanos, debemos atenderles en todas sus necesidades materiales y espirituales. Además, contamos
con el mejor aliado: El Señor Jesús.

† Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín

We use cookies
Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas este portal web que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.