Comentario evangélico. Domingo 26 A Ordinario.

OS PRECEDEN EN EL REINO DE LOS CIELOS
La enseñanza de Jesús, que hemos escuchado en el evangelio de este domingo, es pronunciada en el Templo de Jerusalén. El Señor acude allí con la intención de predicar. Algunos de los que  le escuchan lo perciben como un personaje peligroso. Ha entrado triunfalmente en Jerusalén montado en un asno y aclamado por la gente, que quería proclamarlo rey, y ahora sigue realizando gestos y diciendo palabras que son incisivas e inquietantes.
Los versículos que se nos proponen, van inmediatamente después de la controversia que se organiza entre Jesús y algunos sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, sobre la autoridad de Juan Bautista. Aquellos no quieren pronunciarse sobre la autoridad del precursor y ello anima a Jesús a narrarles la parábola de los dos hijos y a conectar su contenido con la predicación del Bautista. Cuando Juan Bautista anuncia el mensaje de conversión a orillas del Jordán, los publicanos y las prostitutas acogen su enseñanza y se convierten. Esa actitud, que surge del corazón de aquellos pecadores, es la que alaba Jesús ante los que han hecho caso omiso de esa advertencia. Ellos van por delante, pues aunque la vida de aquellos pecadores públicos era un decir de manera palpable que no querían seguir las propuestas de Dios, son capaces de acoger el mensaje de la predicación de Juan y comienzan a decir sí al mensaje de salvación que se les anuncia con un cambio de vida.
Centrándonos en el contenido de la parábola, es interesante observar que los dos hermanos reciben la misma invitación por parte de su padre: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña”. En el fondo es la llamada que todos recibimos, de manera más o menos explícita, por parte de Dios. Se entiende que, independientemente de la respuesta que dan los personajes, existe un paso previo que es bueno no obviar: Dios sale al encuentro del hombre y busca caminos para que nos le descubramos. Los hijos de la parábola representan a quienes han tomado conciencia de ello y están en disposición de dar una respuesta. En el fondo, son imagen de los creyentes de todos los tiempos. Nosotros también hemos recibido esa llamada que anhela una respuesta. Y ahí es donde cada uno debe comenzar su reflexión personal.
El bautismo nos introduce en un dinamismo misionero. Si hemos recibido el don de la fe, esta nos exige un compromiso y de él deben derivarse los frutos que sean conformes a la dignidad de la propuesta recibida. Esta deja siempre un eco en nuestra alma y cuando descubrimos que nuestra conducta no es conforme a la exigencia divina, se suscita la posibilidad de nuestra conversión.
En este contexto, la actitud del segundo hijo es denunciada por los interlocutores de Jesús como inapropiada, por no cumplir la voluntad del Padre. No se dan cuenta de que se están acusando ellos mismos. Aquel hombre se instala en el decir, pero no se decide a actuar. A nosotros puede pasarnos algo parecido, quizá porque, en el fondo, nos conformamos con construir un marco teórico en el que introducimos a Dios, al que pretendemos contentar con un aparente asentimiento, pero no dejamos que su fuerza invada nuestro corazón y se convierta en compromiso de vida y camino de salvación.
Es bueno que esta semana, el eco de esta palabra alumbre nuestro camino y, lo que es más importante, a su luz, seamos capaces de examinar nuestra respuesta, traducida en obras concretas de amor.


+Carlos Escribano Subías, obispo de Teruel y Albarracín.

We use cookies
Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas este portal web que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.