Comentario evangélico. Domingo de Santísima Trinidad B.

Domingo la santísima Trinidad, 3 de junio de 2012.  Mateo 28,16-20.  Ciclo B.

Regresar a Galilea
         El evangelio de hoy se inicia con la presencia de los once en Galilea.  No están allí por casualidad. Vienen de un largo viaje, desde Jerusalén, donde han recibido por dos veces la orden de regresar a Galilea. El ángel del Señor y posteriormente el propio Jesús resucitado así se lo habían pedido: id a Galilea.  Galilea no es solamente un lugar geográfico es un lugar teológico.  Allí empezó todo, allí está la patria chica de Jesús, Nazaret, allí empezó Jesús a predicar. Allí curó, allí infundió esperanza a tanta gente.  Allí, en Galilea Jesús pasó la mayor parte de su vida. Galilea era además la región más pobre y humilde de Israel.  Jesús resucitado regresa al Padre y pide a los suyos que continúen su misión.   Marcos y Mateo nos colocan el inicio de esta misión de los discípulos en Galilea.  Regresar a Galilea puede significar también para nosotros que la misión de Jesús la debemos llevar a cabo en nuestra vida corriente, la de cada día.
         Al ver a Jesús resucitado en Galilea los discípulos reaccionaron de una doble manera: algunos se echaron rostro en tierra, se postraron, gesto muy gráfico del respeto que tenían hacia Jesús, pero algunos vacilaron. Es fácil entender las dudas de los discípulos.  La presencia de Jesús resucitado en Galilea solo busca  disipar las dudas y fortalecer a los suyos. 
         Jesús durante su ministerio público había hablado siempre de su Padre Dios. Jesús procede de Dios, dice y hace lo que ha oído decir y visto hacer a su Padre.  Recordamos también los largos ratos de oración que Jesús pasaba ante Dios.  También Jesús nos hablará del Espíritu Santo que habría de venir cuando Él ya no estuviera, cuando Él ya hubiera regresado al seno de Dios.  Jesús no actuó nunca, ni actúa, por su propia cuenta. Por eso ahora, cuando manda a los suyos a la misión les pide que bauticen en el nombre de la Trinidad.  La causa de Jesús no se puede entender sin la referencia a Dios Padre y al Espíritu.  Ya que la voluntad inquebrantable de Dios de establecer una alianza de amor con el género humano se ha hecho tangible en Jesucristo y se mantiene en este tiempo gracias al impulso del Espíritu Santo.   Además los discípulos tendrán que enseñar, a los que quieran iniciarse en la fe,  todo lo que aprendieron de Jesús.
         En la misión no estamos solos.  En nuestra Galilea particular, ahí, en nuestra vida cotidiana es donde estamos llamados a ser testigos de Jesucristo, ahí contamos con todo el apoyo de Dios Padre, de su Hijo Jesús y del Espíritu santo.  Aquellos buenos hombres y mujeres, los primeros discípulos no intentaron explicar con la razón lo que estaban viviendo.  Vacilaron, pero al final se fiaron de Dios y de la palabra de Jesús y eso les hizo entregarse con todas sus fuerzas a continuar la misión con resultados realmente extraordinarios.  Creer en la Trinidad es confiar.

Rubén Ruiz Silleras.

 

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