Comentario evangélico. Domingo 29 B Ordinario.

Domingo XXIX del Tiempo ordinario, 21 de octubre de 2012.  Marcos 10,35-45. Ciclo B.


QUEREMOS SER LOS PRIMEROS.


Las primeras palabras que dirigen Santiago y Juan a Jesús suenan un poco atrevidas, o incluso insolentes.  Es verdad que estos hermanos, luego, darían su vida por Jesús y repararían con creces este atrevimiento que hoy nos narra el evangelio.  Pero esta escena sucede unos años antes, en el tiempo del ministerio de Jesús en la tierra mientras el Maestro  sigue instruyendo a los suyos.  Uno de esos días, estos dos hermanos se presentan ante Jesús y sin demasiado reparo le piden que les coloque en los mejores puestos en su Reino.  Ahí es nada.  Es como si le dijeran a Jesús: “Señor queremos ser los primeros de tu grupo”.
Jesús ha escuchado de buen grado a los suyos: “¿qué queréis que haga por vosotros?”, pero cuando éstos le han desvelado sus intenciones Jesús ha reaccionado intentando hacerles ver lo errado de su petición.  Ellos piensan que estar a la izquierda y derecha de Jesús es un puesto de gloria, donde se les rendirá homenaje.  Jesús les contesta diciendo que lo que a Él le espera no es un camino de gloria precisamente (el cáliz, el bautismo, aludirían a la muerte, pasión y resurrección que Jesús vivirá en primera persona). Aún y con todo, estos hermanos siguen empeñados en conseguir lo que quieren: “Lo somos”, es decir, estamos dispuestos a lo que sea para ser los “primeros”.  Jesús quiere zanjar esta cuestión y les dice que no se preocupen por eso, porque esos puestos ya están reservados.
Pero la cosa no acaba aquí. Los demás apóstoles no estaban lejos, han presenciado esta escena y escuchado esta petición tan poco “evangélica” y se han enfadado con Santiago y Juan. No sabemos si el enfado fue porque consideraban que esa petición no se ajustaba a la enseñanza de Jesús o porque los otros diez apóstoles también tenían pretensiones de poder y veían, por tanto, amenazadas sus expectativas.  Lo que es claro es que la enseñanza final del evangelio de hoy Jesús la dirige a todos sus apóstoles no solo a Santiago y Juan.   Jesús cita en su respuesta a los jefes y poderosos de este mundo, ellos actúan caprichosamente, oprimiendo a la gente sencilla y sirviéndose de ella.  A cambio son reconocidos, por algunos,  como jefes y guías del pueblo.  Quizá este reconocimiento humano es el que estaba en las ansias profundas de los apóstoles.  Se querían sentir más, que les reconocieran y se inclinaran a su paso.   Nada de esto es cristiano. Todo lo contrario: el primero ha de ser el último, el servidor de todos.  ¿Por qué?  Pues porque Jesús no se ha sentado en ningún trono.  Jesús vino para servir y amar a todos. Jesús se arrodilló para curar y tocar a los enfermos, no buscó su reconocimiento sino siempre hacer el bien.  No podemos ser más que nuestro Maestro.  Nosotros no  “queremos ser los primeros”.  Solo buscamos cada día intentar parecernos más a Jesús: amar profundamente y servir a todos sin buscar ningún aplauso.


Rubén Ruiz Silleras.


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