HISTORIA
Introducción
La dificultad de las comunicaciones y el aislamiento que vivieran generalmente estas zonas, provocaron que el paganismo perviviera hasta avanzada la Edad Media. Al Sur de los Valles del Pirineo y en las llanuras de las Cinco Villas los hispano-romanos harán posible la implantación del cristianismo y el nacimiento de obispados como el de Huesca, que estaba llamado a controlar la zona del Pirineo Central. Cuando llegaron los musulmanes en el siglo VIII las cosas no cambiaron mucho, pues se limitaron a establecer un dominio político y ni siquiera se adentraron por los valles. Huesca siguió siendo la sede del poder y en ella residió el Obispo de estas tierras hasta que la convivencia entre cristianos y musulmanes se rompió en el siglo IX, lo cual obligó al obispo a buscar refugio en los valles pirenaicos. Es entonces cuando se dan cuenta que quedaban amplias zonas sin cristianizar y era necesario acometer una tarea de evangelización que llevara la Buena Nueva a todas esas gentes.
El Obispo de Sasave
A principios del siglo X estas tierras dependían políticamente del reino de Pamplona, cuyo obispo veía que la dificultad del terreno y las diferencias entre la población hacían muy compleja su asistencia pastoral. Por ello, Galindo de Pamplona el año 922 consagró tres nuevos obispos entre los que repartió su territorio. Uno de ellos fue Ferriolo que recibió la denominación de "Obispo de Sasave", pues su sede estaba en el monasterio de ese nombre en el valle de Borau. Es la primera serie episcopal en tierras aragonesas y se establece en una iglesia pues no hay una ciudad de tradición que sirva de asiento al obispo y a su cátedra. En tiempos del rey Sancho el Mayor (a principios del siglo XI), dejará de firmar en los documentos como obispo de Sasave y pasará a ser Obispo de Aragón, seguramente debido a que al propio rey le gusta denomirse rey de los aragoneses y pamploneses. Pero hacía falta una ciudad en la que, de acuerdo con el Derecho Canónico vigente se fijase la sede episcopal y que diera nombre al Obispado.
El Obispo de Jaca
Fué el rey Sancho Ramírez (1064-1094) el que encontró la solución, y decidió proclamar a los cuatro vientos "que quiero constituir como ciuidad a mi villa que se llama Jaca". Eran los primeros meses de 1077 y nacía así la ciudad de Jaca -la primera capital de Aragón- y el obispado de Jaca. Se nombraba como primer obispo al infante García (hermano del rey y una de las grandes personalidades modernizadoras de la Iglesia hispana) y se comenzaba la construcción de una catedral destinada a ser escenario de las ceremonias reales y, sobre todo, cátedra del Obispo. Esta diócesis de Jaca pervivió hasta el año 1096 como entidad independiente, puesto que al conquistar Huesca se decidió trasladar la capitalidad del reino y la sede episcopal a la ciuidad recién ocupada. Se recupera entonces el obispado de Huesca y se creaba una gran Diócesis de Huesca-Jaca. La unión se mantendrá hasta el siglo XVI, momento en el que se volvieron a separar para poder controlar mejor este espacio montañoso, máxime cuando "el de Jaca confinaba con tierras de herehes, cuya circunstancia exigía la presencia continua de un pastor que velase por su rey". Lo había pedido el rey Felipe II y lo concedía el papa Pío V por Bula del 18 de Junio de 1571.
A la muerte del último Obispo de Huesca-Jaca (Pedro Agustín, 26-II-1572), se lleva a efecto la separación que ejecutaron los comisarios apostólicos el día 8 de Marzo de 1573.
El territorio asignado a la nueva Diócesis se delimita en la misma bula y así permaneció inalterado hasta 1785, que por otra bula de Pío VI, se aumenta con la anexión del arciprestazgo de la Valdonsella perteneciente al Obispado de Pamplona.
En el presente siglo se han producido algunos cambios de los límites diocesanos.
En 1903 la Parroquia de Pradilla (Zaragoza), que pasó a Jaca con el arciprestazgo de la Valdonsella, se agrega a la Diócesis de Zaragoza.
En 1955 se agregan a la Diócesis de Jaca las parroquias de Lacorvilla, Luna, Valpalmas y Erla, que pertenecían antes a la Diócesis de Zaragoza, y las de Broto, Buesa, Sarvisé, Asín de Broto, Yosa de Broto, Bujaruelo, Torla, Viu, Linás de Broto, Fragen, Oto, San Felices, Fuencalderas y Marracos, que pertenecían a la de Huesca. Y se agrega a la Diócesis de Huesca la parroquia de Erés, que era de la Diócesis de Jaca desde la anexión del arciprestazgo de la Valdonsella.
Conviene recordar que, aunque pastoralmente está unida a la diócesis de la Provincia Eclesiástica de Zaragoza, nuestra Diócesis pertenece jurídicamente a la Provincia Eclesiástica de Pamplona.