Septiembre 2019. Lipsanoteca de San Juan de la Peña
Prerrománico, principios del siglo X
Madera tallada y latón plateado y sobredorado
Procede del monasterio de San Juan de la Peña
La pieza escogida para este mes de septiembre procede de San Juan de la Peña, monasterio de origen medieval enclavado en el monte Pano y erigido en un punto estratégico entre dos importantes centros de poder en aquel momento, Jaca y Pamplona. Se trata de una lipsanoteca, una pequeña caja de madera forrada con láminas de latón plateado y sobredorado, cuya función original fue la de custodiar reliquias (concretamente, un fragmento de seda y una forma consagrada actualmente desaparecida).
Fue descubierta en 1971 por Francisco Íñiguez, quien la encontró mientras retiraba los retablos que decoraban antaño la iglesia románica del monasterio pinatense. La lipsanoteca estaba encajada dentro de un pie de altar prerrománico, hoy en día en paradero desconocido. Debido a las características estilísticas de dicho pie de altar y de la propia pieza, es plausible que la lipsanoteca fuese depositada hacia el año 950 en el antiguo templo dúplice dedicado a Santos Julián y Basilisa, que actualmente cumple la función de cripta.
La lipsanoteca se compone de una caja hueca de madera y una pequeña tapa, y está completamente recubierta con chapas metálicas. La que decora la tapa cuenta con una inscripción en letra mozárabe repujada, en la que puede leerse “HIC XRISPTUS HABITAT CVM DVODECIM APOSTOLIS ET SANCTORVM CRVOREM MARTIRVM”, es decir, “Aquí habita Cristo con los doce Apóstoles y la sangre de los Santos Mártires”. Este texto refuerza la hipótesis de que originalmente la lipsanoteca albergarse una forma eucarística, en alusión al cuerpo de Cristo.
En los lados cortos de la teca aparecen dos seres de aspecto angélico, mientras que en los lados largos se han representado cuatro figuras enmarcadas en tondos, dos a cada lado. De fácil identificación son un bóvido y un águila que aparecen en una de las caras; al portar consigo sendos libros, se han relacionado con los evangelistas San Lucas y San Juan. Más complejo es el otro lado, donde aparece un ángel, símbolo de San Mateo, y un ave de aspecto antropomorfo, en lugar del león que suele asociarse a San Marcos. Investigadores como A. García Omedes consideran que pueda tratarse de una segunda alusión a San Juan Evangelista, doblemente representado a causa de la especial devoción que le tendría a este santo la persona que encargó la pieza.
¿Sabías que…?
Ha llamado la atención de los investigadores el detalle con el que se trabajó esta pieza frente a la simplicidad de las reliquias que conservaba en su interior. No obstante, esto es debido a que en los siglos IX y X todavía no se daba tanto valor a las reliquias de santos de renombre para atraer a peregrinos y visitantes. Fue a partir del siglo XI, con el auge de las cruzadas, cuando los templos europeos comenzaron a codiciar la posesión de reliquias.