Junio 2020. Pinturas murales de Ruesta.
Románico, mediados del siglo XII
Pintura al fresco arrancada y traspasada a lienzo
Procede de la ermita de San Juan Bautista de Ruesta
El día 24 de este mes tendrá lugar la noche más mágica del año, conocida como “la noche de San Juan”, ya que el cristianismo ha celebrado tradicionalmente en esta fecha el nacimiento del Bautista. En honor a esta festividad, hemos dedicado la Pieza de Junio a las pinturas de San Juan Bautista de Ruesta, las cuales constituyen uno de los conjuntos murales más importantes de la colección del MDJ.
Estos frescos de mediados del siglo XII son un ejemplo prototípico de la pintura mural románica, pues los pintores solían incluir siempre los mismos temas y organizaban sus composiciones de acuerdo a unas estrictas reglas. El ábside se divide en dos niveles mediante una greca horizontal: en la parte superior, la bóveda se ha decorado con imágenes del Cielo según la visión del Apocalipsis, mientras en el registro inferior se ha representado el mundo de los hombres.
La bóveda se encuentra presidida por un severo Cristo en Majestad enmarcado por una mandorla, símbolo de su doble naturaleza divina y humana. Dentro de esta se observan siete vasijas de barro. Estos recipientes probablemente aludan a los siete dones del Espíritu Santo, y son tremendamente excepcionales en la iconografía románica, pues en nuestro país solo se repiten en los frescos de Santa María de Mur (Lérida) y de San Miguel de Gormaz (Soria). Completan esta parte superior el Tetramorfos (los cuatro evangelistas representados en su forma animal) y un serafín ubicado en el extremo derecho de la bóveda, que probablemente tuvo un compañero en lado izquierdo (actualmente muy deteriorado por estar orientado hacia el norte).
En el registro inferior, una pequeña ventana central divide en dos espacios la composición. Bajo este vano se pintó un Crismón trinitario de formato cuadrado, un motivo muy frecuente en el arte altoaragonés. A la derecha, observamos a seis hombres que representan un Apostolado, mientras en la mitad izquierda todavía puede intuirse una Crucifixión.
Los frescos del ábside de Ruesta fueron descubiertos en la primavera de 1963 por D. Jesús Auricenea, siendo uno de los primeros hallazgos de pintura románica que se produjeron en la Diócesis de Jaca. Fueron arrancadas y restauradas por Ramón Gudiol, y durante este proceso apareció, bajo la cabeza del Cristo en Majestad, otro rostro masculino que había sido pintado con anterioridad. Los investigadores defienden que se trata de un “arrepentimiento”, ya que esta imagen de Cristo probablemente no acabó de convencer por su esquematismo y expresividad, motivo que llevó al pintor a cubrirla y repintar encima un nuevo rostro.
¿Sabías que…?
El año pasado se publicó “Las pinturas murales de San Juan Bautista de Ruesta”, texto nacido del trabajo de la investigadora Alicia Brosa Lahoz y disponible en la tienda del MDJ. Se trata de la primera publicación dedicada exclusivamente a las pinturas de Ruesta, y en ella la autora da respuesta a incógnitas como por qué el serafín tiene un misterioso pez entre sus pies o por qué el pintor incluyó un apóstol con los cabellos azulados.