Un nuevo ritmo. (21-6-2015)

UN NUEVO RITMO

      Queridos hermanos en el Señor:  

      Os deseo gracia y paz.

      Al final del curso pastoral, cuando damos gracias a Dios por todas las actividades realizadas en las parroquias, movimientos, comunidades, asociaciones, hermandades, cofradías, etc., que son consecuencia de la acción llevada a cabo por el Espíritu Santo en nosotros y con nosotros, tal vez caigamos en una equivocada actitud de bajar el ritmo de nuestra vida cristiana y aminorar el vigor de nuestro testimonio cotidiano.   

       Para llevar a plenitud el proyecto de la creación, Cristo recapitula todas las cosas en sí mismo y las ofrece en sacrificio de paz, celebrando un culto que no se agota en el rito, sino que concierne a toda su existencia. Tampoco nosotros agotamos nuestro ser cristiano en las realidades pastorales desarrolladas durante unos meses.      

       Cada celebración litúrgica comienza con la oración hecha “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, para interiorizar un proyecto de amor, agradecer la iniciativa salvadora que procede de Dios, asimilar en el tiempo lo que Dios quiere desde la eternidad, y dar testimonio de la Buena Noticia que transforma la historia, las comunidades y las personas.      

       Ante las dificultades y los problemas de cada día, la actitud del cristiano no consiste en la angustia, el miedo, el desaliento, sino que se identifica con la fe, la humildad, la esperanza, la caridad activa, que se basan en la misericordia de Cristo que salva y renueva.  Las situaciones deterioradas pueden ser una ocasión de gracia para que, como el hijo pródigo, entremos en nosotros mismos, nos demos cuenta de todo lo que no construye, sino que destruye, experimentemos un arrepentimiento sincero por nuestros errores, y reanudemos el camino hacia la casa paterna, hacia la luz, el perdón y la vida.  La salvación que Jesucristo nos ofrece no está destinada exclusivamente a un grupo reducido de personas, sino que ha de llegar a todo el mundo y a todos los tiempos. De ahí procede el impulso misionero, el dinamismo evangelizador, el testimonio apostólico de cada cristiano, llamado a prolongar en el tiempo y en el espacio el eco de la palabra de Jesús.  La parroquia no es un “supermercado” de servicios sagrados, sino un punto de emergencia del cristianismo en el tejido urbano o rural, una familia que integra en un camino pastoral a los diversos agentes que toman en serio su común vocación bautismal y su compromiso apostólico como evangelizadores con Espíritu.      

      El anuncio de la Palabra, el servicio sacramental y la vivencia de la caridad son tres grandes sectores que no se circunscriben a un determinado período anual. Somos cristianos todos los días, todas las semanas, todos los meses, durante todo el año.      

      Ahora llega el momento de recargar las pilas, de participar en algún proyecto formativo, de renovarnos por dentro en alguna tanda de Ejercicios Espirituales, de colaborar en diversas convivencias, de atender más y mejor a nuestros mayores, a las personas enfermas, a quienes viven solos. En contacto con la naturaleza sentiremos la necesidad de dar gracias a Dios por la creación.      

       La Escuela de Catequistas (entre el 1 y el 3 de julio en Peralta de la Sal), el Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila (del 5 al 9 de agosto), los campamentos, las fiestas patronales de los pueblos y ciudades, y muchas otras propuestas, son una oportunidad para vivir en cristiano acontecimientos que dejan huella. Llega el momento de llenar de sentido cada instante. No podemos dejar pasar el tiempo. Hemos de aprovechar la ocasión.  

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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