Carta a los jóvenes que se preparan para la confirmación (9-2-2016)

CARTA A LOS JÓVENES QUE SE PREPARAN PARA LA CONFIRMACIÓN

      Queridos jóvenes:      

      Os deseo gracia y paz.            

       Seguro que habéis visto imágenes de la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia este verano. Tal vez os ha sorprendido ver a tantos jóvenes, procedentes de muchos países diferentes, que hablaban diversas lenguas, pero que compartían la misma fe.      

       Eran jóvenes como vosotros, con vuestras mismas inquietudes, vuestros mismos ideales, vuestros mismos problemas y vuestros mismos interrogantes. No han tenido miedo en preparar un largo viaje, ahorrando día tras día para poder afrontar los gastos. No han tenido dificultad en ponerse en camino, afrontando muchas incomodidades. Han disfrutado de unos días de convivencia. Se han encontrado a sí mismos. Han conocido a muchas personas de culturas diversas. Se han encontrado con el Papa. Y, sobre todo, se ha producido un encuentro con Jesucristo, un acontecimiento que quedará grabado en sus mentes y en sus corazones para toda la vida. Un encuentro que les ha impactado interiormente y que señala un antes y un después en su vivir cotidiano.      

        Algunos de vosotros podéis contar todo esto en primera persona, y de vuestras mismas voces he escuchado el relato de esta inolvidable experiencia.      

         Realmente, se puede ser joven y vivir de otra manera. Se puede ser joven y disfrutar intensamente, divertirse sanamente, y esforzarse adecuadamente. Se puede ser joven y aprender a distribuir bien el tiempo, mantener una relación gozosa con los padres, con los abuelos, con los hermanos, con los compañeros de clase y con los amigos. Es posible ser joven y sentir que merece la pena vivir, estudiar, colaborar, construir el futuro.      

          Muchas veces faltan las fuerzas. Hay ocasiones en las que es más fácil dejarse llevar por un discurso de valores dominantes: “todo está muy mal”, “no merece la pena prepararse”, “los estudios son cosa de tres o cuatro pringadillos”, “es preferible disfrutar aquí, ahora, sin límites”.      

         A vuestro alrededor aparecen seducciones fáciles y caminos de aparente felicidad; adicciones, dependencias, alcohol, drogas, afición desmedida a los juegos de azar, violencia, agresividad, pequeños hurtos, delincuencia juvenil, etc. Todo esto lo conocéis a través de los medios de comunicación social e incluso lo veis reflejado en personas cercanas de vuestro entorno.      

       ¿Os habéis preguntado alguna vez qué queréis ser de mayores? Sería muy interesante que dijeseis: “yo quiero ser un buen cristiano”, o “una buena cristiana”. Para ser un buen amigo de Jesús es preciso conocerle, escuchar su palabra, cultivar la amistad, participar con regularidad en los sacramentos (en especial la Eucaristía y la Reconciliación), comprometerse en la parroquia, el movimiento o la comunidad y ayudar a los más necesitados.      

       Jesús nunca os deja solos. Os acompaña con los catequistas, personas generosas y pacientes, que están a vuestro lado en el proceso de iniciación cristiana.      

        Jesús os regala lo mejor de sí mismo. Os regala su Espíritu, el Espíritu Santo, principio de una nueva vida más bella, más plena, más feliz.      

        Animad a vuestros compañeros. Quien  abre sus puertas a Cristo no pierde nada y lo gana todo, porque recibe el regalo de una gran amistad, porque percibe un nuevo horizonte de vida, porque participa de una extraordinaria experiencia de amor.        

         Espero veros pronto para saludaros personalmente e invocar sobre vosotros la llegada del Espíritu Santo.            

        Recibid un cordial saludo.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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