Nueva carta a los ancianos (30-10-2016)

NUEVA CARTA A LOS ANCIANOS

      Queridos ancianos:      

      Os deseo gracia y paz.            

       El Santo Padre Francisco, en el Ángelus del 29 de diciembre de 2013, mencionó a los “exiliados ocultos”, entre los que habló de los ancianos “que a veces son tratados como presencias que estorban”. ¡Qué cruel es nuestra sociedad que llega hasta el punto de hacer sentir a los ancianos que son “presencias que estorban”!      

        Estamos muy lejos de la Sagrada Escritura en la que leemos: “La mucha experiencia es la corona de los ancianos” (Eclo 25,6). Job afirma: “¿No está en los ancianos la sabiduría?, ¿no destaca la prudencia en los viejos?” (Job 12,12). Quien no escucha a los ancianos se equivoca peligrosamente: “No desprecies los discursos de los ancianos, que también ellos aprendieron de sus padres; porque de ellos aprenderás inteligencia y a responder cuando sea necesario” (Eclo 8,9).      

        Los ancianos experimentáis en ocasiones el rechazo, el recelo, la incomprensión, la minusvaloración, el abandono, la soledad. Justamente en los momentos en que más necesitáis una palabra de aliento, un gesto de cariño, una muestra de afecto, recibís malas palabras, actitudes de desprecio y llegáis a pensar que estorbáis en casa, en la familia, en la sociedad. Pero no es así.         Vosotros nunca seréis un estorbo. Es cierto que vuestra salud es más frágil, que vuestros movimientos son más lentos, que vuestros reflejos son más pausados, pero nunca seréis un estorbo. Vuestra vida se centra en lo esencial, vuestras necesidades son más reducidas, pero permitidnos mostraros un poco de atención, de aprecio, de reconocimiento, de gratitud y de amor. Y permitidnos repetir que nunca seréis un estorbo.      

       Vosotros suponéis una apertura al futuro. Sois cooperadores necesarios en la vida actual de la sociedad. Sin vosotros no sería posible seguir atendiendo a los niños, acompañándolos al colegio, haciendo posible la conciliación de los horarios en la vida familiar. Para muchos niños decir “merienda” significa decir abuelo, abuela. Lo mismo sucede cuando tienen que ir a catequesis o participar en alguna actividad extraescolar. Sin los abuelos, sería imposible.      

       Vosotros sois el centro de la familia. En muchos casos sois el motor de la economía familiar. Sois fuente de vida, manantiales de experiencia y factor de cohesión. No sois personas devaluadas. Al contrario, sois referente, modelo y estímulo para todos.      

        Con vuestra edad y en vuestras condiciones, continuáis teniendo un lugar en la sociedad. Es importante vuestra participación en el espacio público. Las entidades financieras se disputan vuestras pensiones, representáis una seguridad de ingresos para las empresas hoteleras en determinadas épocas del año, los museos os acogen con respeto y gratitud, los centros culturales organizan actividades pensando exclusivamente en vosotros y los partidos políticos anhelan vuestros votos.       Y cuando estáis enfermos en casa, en el hospital o en la residencia, seguís siendo igualmente válidos e imprescindibles; aunque necesitados de más ayuda, de mayor apoyo, de mejor cuidado y de atención más esmerada.       

        Os queremos. Os necesitamos. Agradecemos vuestra vida y vuestra misión.                

        Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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