Comentario evangélico. Domingo 4 Pascua, ciclo A

Domingo IV de Pascua, ciclo A.  11 de mayo de 2014. Juan 10,1-10.

La puerta que lleva a la Vida.
     

      Jesús acaba de curar al ciego de nacimiento en el capítulo 9 del evangelio de Juan. Ahora, en el capítulo 10 nos encontramos un discurso de Jesús cuyo contenido es Él mismo. Es decir, Jesús en este y en otros discursos que contiene este evangelio va desgranando su verdadera identidad.  Y esto lo hace a través de las conocidas expresiones “yo soy” (ego eimi). Aquí encontramos una, en el versículo 9: “yo soy la puerta”. Hay otra que aparece en el versículo 14 y que no escuchamos en la lectura de hoy (ya que ésta acaba en el v.10) pero que es fundamental para entender nuestro evangelio: “yo soy el buen pastor”. Ya tenemos por tanto las claves de este evangelio: Jesús – buen pastor – puerta- Vida (obsérvese la mayúscula).
       La identidad de Jesús: ¿por qué añadir explicaciones sobre quién es Jesús? Ésta fue una de las finalidades con las que se escribieron los evangelios, contar al mundo quién era Jesús. Ninguna descripción agota el misterio del hijo de Dios, pero cada una de ellas nos hace descubrir el hermoso rostro del Salvador.
      Para el pueblo de Israel la imagen del pastor aplicada a los guías y líderes del pueblo era una imagen conocida desde tiempos antiguos. Los profetas habían condenado a los dirigentes del pueblo que habían sido malos pastores y que solo habían buscado su propio interés y no velar por su pueblo. Jesús, elige esta imagen tan conocida y desgrana las características del buen pastor: llama a cada oveja por su nombre. Es hermoso que nos llamen por nuestro nombre. En él reside lo que somos. Pensar que Dios nos conoce por nuestro nombre es sorprendente. ¿Es posible que Dios conozca mi nombre y lo que me pasa, y mis preocupaciones, y mis deseos…? Sí, es posible.  El buen pastor además camina delante de sus ovejas.  No se pone de lado, ni de perfil, ni se esconde cuando llega el lobo (la enfermedad, la soledad, la angustia vital..). No, el buen pastor va delante de nosotros. Nos precede. Este buen pastor es conocido por sus ovejas.  Sus ovejas tienen experiencia de Él. Hay que tener experiencia de Dios, para poder reconocerle. Otra enseñanza extraordinaria de este evangelio. 
      Habiendo quedado claro que Jesús es el buen pastor, ahora da un paso más y nos dice que Él es la puerta.  La puerta para que las ovejas entren y salgan. Y queden defendidas de los ladrones, bandidos y malos pastores. Pero yendo más allá de este lenguaje simbólico que Jesús utiliza descubrimos el alcance real de sus palabras: Él es la puerta que conduce a la Vida. A la vida definitiva. Y aquí es necesario parar y respirar profundo. Todos tendremos que cruzar un día esa puerta. Algunos creen que tras esa puerta no hay nada, o si hay algo, es la desaparición, la nada.  Los cristianos, creemos que tras esa puerta está la Vida. Será un fantástico regalo de Dios poder cruzar un día esa puerta. Ahora, mientras estamos en el umbral de esa puerta tenemos que prepararnos, siguiendo al buen pastor y escuchando su voz.


Rubén Ruiz Silleras

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