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Comentario evangélico. Domingo 31 C Ordinario.

Domingo 3 de noviembre de 2013, XXXI del Tiempo ordinario,  Lucas 19, 1-10. Ciclo C.

Una mirada que te cambia la vida.

         Jericó era una ciudad importante situada en una vía comercial, camino de paso para llegar a Jerusalén. En ella vivía el protagonista de nuestro relato, Zaqueo. De él sabemos que era un hombre rico por su profesión,  jefe de los recaudadores que trabajaban para Roma.  Pero de él también el evangelista nos dice algo que hace de este hombre alguien especial: ¿por qué Zaqueo quería conocer a Jesús?¿era únicamente curiosidad o había algo más? No podemos conocer la respuesta, pero sí podemos intuir que a Zaqueo, teniéndolo humanamente casi todo, algo le faltaba. Su vida no estaba completa. Por eso buscaba. Y vemos que esta búsqueda es sincera, pues tuvo que vencer, para llegar hasta Jesús, alguna que otra dificultad (su pequeña estatura, la multitud).

         Jesús habla en este evangelio dos veces. La primera cuando se dirige  a Zaqueo mientras éste está subido al árbol y la segunda, al final del relato en casa de Zaqueo.   Sus palabras, en las dos ocasiones, están precedidas por el adverbio temporal “hoy”.  No desde la gramática, pero sí desde nuestra lectura teológica del texto, consideramos este detalle  fundamental. No ayer, ni mañana, sino hoy Jesús quiere quedarse en la casa de todo aquél que le quiera acoger, de todo el que le necesite, de todo el que se sienta un pecador.  Hoy.  No importa tanto tu ayer.  Importa –y mucho- que hoy Jesús detiene su camino, te mira y te dice que hoy se quiere quedar en tu casa.  El texto griego añade un matiz más fuerte: “hoy debo (dei) permanecer en tu casa”. Solamente Zaqueo podía descubrir realmente el sentido de su vida a la sombra y al amparo de Dios.  Por eso era necesario que Jesús se quedara con él. Y será esta compañía de Jesús la que hará que a Zaqueo se le abran los ojos. Que se dé cuenta realmente de cómo en su vida no siempre ha obrado bien.  Zaqueo quiere empezar una nueva vida y para eso debe sanar los errores del pasado, por eso se compromete a restituir lo robado, para reparar el mal hecho. Porque una nueva vida no se puede empezar con los lastres del pasado.

         Y en este momento Jesús pronuncia su segundo “hoy”.  Sí, hoy, Zaqueo ha llegado la salvación a esta casa.  Para ti y para todos los que, como tú, se abran a la acción de Dios en sus vidas.  Entre el primer “hoy” y el segundo se ha producido la transformación de esta persona.  Zaqueo se sintió feliz cuando Jesús puso su mirada en Él y eso le determinó a cambiar.  Ahora, en este segundo “hoy” Zaqueo ha merecido la salvación.

         Fuera de este “hoy”, de esta posibilidad de salvación, quedan aquellos que no se sienten pecadores, aquellos que piensan que Dios solo puede mirar y querer a los justos. Los que criticaron a Jesús porque entró en casa de Zaqueo. Éstos no han entendido nada del evangelio. Todo el que hoy se sienta un pecador, puede hoy ser restituido a la vida de la gracia, si hoy abre su corazón a Dios. Hoy.

Rubén Ruiz Silleras.

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