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Jornada Mundial del Enfermo 2025 (9-2-2025)

JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2025 

“En esperanza fuimos salvados” (Rom 8, 24).

+ Vicente Jiménez Zamora

Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca

 

            El día 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, celebramos la Jornada Mundial del Enfermo. Es el comienzo de un camino, que culmina en España en la Pascua del Enfermo, el VI Domingo de Pascua, que este año será el 25 de mayo. La Campaña tiene el lema “En esperanza fuimos salvados” (Rom 8, 24).

            La Iglesia reconoce en los enfermos una especial presencia de Cristo doliente, son la “carne” de Cristo sufriente. Cristo por su Encarnación asumió nuestros dolores y enfermedades y en la Cruz destruyó la soledad del sufrimiento e iluminó su oscuridad. Cristo Jesús infunde esperanza y valentía ante el misterio de la enfermedad: esperanza, porque en el proyecto de amor de Dios incluso la noche del dolor se abre a la luz pascual; y valentía, para afrontar toda dificultad en unión con Cristo. “Cristo no suprimió el sufrimiento y tampoco ha querido desvelar enteramente su misterio. Él lo tomó sobre sí, y eso es bastante para que nosotros comprendamos todo su valor” (Mensaje del Concilio Vaticano II A los pobres, a los enfermos, a todos los que sufren).

            La Campaña del Enfermo nos ofrece a todos, también en nuestras Diócesis de Huesca y de Jaca, la posibilidad de comprender mejor la importancia de la pastoral de la salud. En nuestra época, marcada por una cultura embebida de secularismo, a veces estamos tentados de no valorar plenamente dicho ámbito pastoral. Los enfermos son una de las periferias existenciales de las que nos habla el Papa Francisco. Se piensa que otros sean los campos en que se juega el destino del hombre. En cambio, es precisamente en el momento de la enfermedad cuando aparece con mayor urgencia la necesidad de encontrar respuestas adecuadas a las cuestiones últimas referentes a la vida del hombre: las cuestiones sobre el sentido del dolor, del sufrimiento y de la misma muerte, considerada no sólo como un enigma con el cual confrontarse fatigosamente, sino como misterio en el que Cristo incorpora a Sí mismo nuestra existencia, abriéndola a un nuevo y definitivo nacimiento para la vida que nunca acabará.

            Con esta Carta pastoral invito a sacerdotes, personas consagradas y todos los agentes de pastoral de la salud a poner en marcha aquellas acciones pastorales más adecuadas para “evangelizar” a los enfermos. Es decir: para poner a Cristo en el corazón de nuestra fe, que se despliega en la caridad.

            Aprovecho también la ocasión para agradecer la entrega generosa y dedicación sacrificada de todas las personas que cuidan a los enfermos: sus familias, médicos, enfermeros, profesionales, voluntarios, sacerdotes, capellanes y los miembros de las parroquias.

           

           

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