No hay justicia sin igualdad (3-2-2013)

“NO HAY JUSTICIA SIN IGUALDAD”

Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.

Las Mujeres de Acción Católica Española promovieran en 1959 la primera Campaña contra el hambre. De este modo secundaron el urgente llamamiento que hizo la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) en el Manifiesto de 1955, en el que, entre otras cosas, decían: “Nosotras, mujeres del mundo entero, llamadas por la naturaleza a dar la vida, protegerla y alimentarla, no podemos aceptar por más tiempo que las fronteras del hambre se inscriban en nuestro globo con trazos de muerte. Mujeres católicas, llamadas por Jesucristo para dar testimonio de un amor universal y efectivo por la familia humana, no podemos resignarnos al hecho de que la mitad de la humanidad sufra hambre. No queremos que se den soluciones perezosas y criminales a este trágico problema: la guerra, la limitación de la natalidad, son soluciones falsas, soluciones ineficaces, soluciones de muerte. Ciertamente que la tarea es gigantesca, pero las posibilidades técnicas de nuestra época están a su altura. […] Un solo obstáculo en la lucha contra el hambre sería insuperable: creer que la victoria es imposible. Declaramos la guerra al hambre”.
Se iniciaba una obra que pretende remediar las “tres hambres” que afligen al mundo: hambre de pan, hambre de cultura y hambre de Dios.
Desde entonces, la actividad de Manos Unidas se realiza en dos direcciones: sensibilización de la población y proyectos de desarrollo en África, América, Asia y Oceanía.
Los proyectos de desarrollo se centran en cinco prioridades: agrícola, sanitaria, educativa, social y de promoción de la mujer. Honduras, Sudán del Sur y el estado indio de Karnataka son las tres zonas preferentes de acción y atención para el año 2013.
El lema de este año es: “No hay justicia sin igualdad”. Manos Unidas apoya proyectos que defienden la dignidad de la mujer. Lo hace a través de diferentes niveles de trabajo: dando a conocer situaciones de desigualdad e injustica; incluyendo en las actividades educativas los criterios que fomentan la justicia y la igualdad entre hombres y mujeres; promoviendo una mayor conciencia para favorecer una sociedad que no discrimine; reivindicando el derecho a la igualdad.
Los principales factores que generan la desigualdad son: la pobreza y el hambre que sufren fundamentalmente las mujeres; el analfabetismo; las enfermedades y la carencia de asistencia médica durante la gestación; el abuso sexual, la trata de blancas y la explotación sexual; el matrimonio contraído por menores de edad; la dificultad para disponer de recursos y créditos; el acceso al trabajo y las condiciones de vida laboral.
Benedicto XVI dijo el 9 de febrero de 2008: “Hay lugares y culturas donde la mujer es discriminada o subestimada por el solo hecho de ser mujer, donde se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para sostener la desigualdad de los sexos, donde se perpetran actos de violencia contra la mujer, convirtiéndola en objeto de maltratos y de explotación (…). Ante fenómenos tan graves y persistentes, es más urgente aún el compromiso de los cristianos de hacerse por doquier promotores de una cultura que reconozca a la mujer, en el derecho y en la realidad de los hechos, la dignidad que le compete”.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

 

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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