Fuente de vida y santidad (2-6-2013)
“FUENTE DE VIDA Y DE SANTIDAD”
Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús dirige nuestra mirada hacia el Señor, cuyo costado fue traspasado por la lanza del soldado romano. Contemplamos un corazón abierto por nosotros y ante nosotros. Dios mismo nos abre su interioridad más profunda.
El Corazón de Jesús es fuente de vida y de santidad. Todo lo que Dios ha querido revelarnos sobre sí mismo y sobre su amor, lo encontramos concentrado en el Corazón de Jesús, a través del cual leemos el eterno plan divino de la salvación del mundo. Y se trata de un proyecto de amor.
En el mes de junio dirigimos nuestra mirada agradecida hacia el Señor, contemplamos el amor del Señor Jesús, que se compadece de todos nosotros. Contemplamos su Corazón ardiente de amor por el Padre, en la plenitud del Espíritu Santo. Cristo nos ama y nos muestra su Corazón como fuente de vida y santidad, como fuente de nuestra redención.
Jesús es la fuente, el manantial de donde brota la vida divina. Necesitamos acercarnos a Él, permanecer en Él, para recibir esa vida. Y esa vida se convierte en principio de nueva vida y de santidad en nosotros. La santidad que procede de Dios, el único Santo, y que podemos alcanzar con la ayuda de la gracia.
La contemplación del Corazón de Jesús enciende en nosotros la hoguera ardiente del amor. Contemplar no es solamente mirar, no es simplemente ver. Significa sentir fascinación, admiración, gratitud, atracción y transformación.
La contemplación va imprimiendo en nuestro interior el modo de pensar de Cristo, su manera de sentir, su forma de amar. Toda nuestra vida queda configurada con la del Señor. Quedamos revestidos de Cristo Jesús. Y, en realidad, ésta es nuestra tarea como cristianos: despojarnos de nuestra vieja condición y revestirnos del Señor.
Nos dice San Pablo: “os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador” (Col 3,9-10). Y nos exhorta: “Revestíos, más bien, del Señor Jesucristo” (Rom 13,14).
Para quedar configurados con la vida de Cristo Jesús necesitamos escuchar su Palabra; penetrar en sus sentimientos, afectos, deseos e intenciones, para hacer todas las cosas en unión perfecta con Él; recibir la gracia que nos comunican los sacramentos, y participar con impulso evangelizador en la vida y en la misión de la Iglesia.
Para poder revestirnos exteriormente de Cristo es necesario primero conocerle interiormente. Cristo debe ser recibido en el corazón por fe, antes de poder manifestarse en la vida por la santidad. Estamos invitados a acudir al manantial del Corazón de Jesús para conocer con mayor intensidad al Señor y para experimentar más a fondo su amor. Así conseguiremos comprender mejor qué significa conocer en Jesucristo el amor de Dios, experimentarlo, manteniendo fija la mirada en Él, hasta vivir completamente de la experiencia de su amor, para poder ser sus testigos ante los demás.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.