Discípulosen misión. (20-10-2013)

DISCÍPULOS EN MISIÓN

      Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz.

      “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19). El mandato del Señor continúa siendo vigente y estimulante. La Buena Noticia de Jesucristo todavía no ha llegado a una gran parte de la humanidad.      

      Los cristianos hemos de profundizar en nuestra conciencia misionera y apoyar a quienes viven la misión como característica peculiar en las Iglesias jóvenes.      

      La Jornada Mundial de las Misiones nos recuerda cada año la gratitud que debemos experimentar y expresar por el generoso testimonio de los misioneros que anuncian el Evangelio en situaciones difíciles, en zonas alejadas, en condiciones precarias, pero con una gran fortaleza de ánimo.      

     Junto con el agradecimiento, quienes trabajan en territorios de misión también necesitan nuestro apoyo.      

     En primer lugar, nuestra oración, para que el Padre les fortalezca en su ser y en su hacer. Rezamos para que el Señor suscite vocaciones misioneras y para que sostenga y acompañe a quienes dan testimonio en zonas de misión.      

     En segundo lugar, apoyo económico, que es consecuencia de nuestro sentido de corresponsabilidad. Las actividades realizadas en el terreno de la evangelización, de la salud, de la promoción educativa y cultural, de la justicia y de la labor socio-caritativa, necesitan recursos. Tenemos la completa seguridad de que lo recaudado en la tradicional colecta del Domund llega a su destino con transparencia, austeridad y eficacia.      

     En tercer lugar, apoyo personal y comunitario. Es preciso cultivar la cercanía, el interés por conocer la situación de cada misionero y el seguimiento de sus obras apostólicas. Es importante mantener lazos de comunicación. Se ha avanzado mucho a través de los medios digitales, pero todavía hay lugares recónditos sin cobertura. Evangelizar nunca es un acto aislado, sino que se realiza en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre.  Hay muchos cristianos que encuentran dificultades para profesar su fe de modo abierto y público. No se les reconoce su derecho a vivir, celebrar y anunciar la fe con dignidad. Sigue habiendo casos de persecución, de rechazo explícito e incluso violento. Hay muchas personas que arriesgan su integridad física por el hecho de ser discípulos del Señor. Hay demasiada muerte, demasiado dolor y demasiada soledad en los lugares en que la vivencia de la fe no encuentra respeto.        

     Cada persona necesita una luz fuerte que ilumine su camino. Esta luz es Cristo, y solamente en el encuentro con el Señor se recibe la garantía de un amor que es capaz de vencer las tinieblas y conducir por el sendero del bien.      

     El beato Juan Pablo II escribió en su encíclica “Redemptor hominis”: “El cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y particularmente en la nuestra es dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo, ayudar a todos los hombres a tener familiaridad con la profundidad de la Redención, que se realiza en Cristo Jesús” (nº 10).      

     La misión atañe a todos los cristianos. El impulso misionero ha sido siempre signo de vitalidad.

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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