Mensaje del Papa para la Cuaresma 2019 (10-3-2019)
MENSAJE DEL PAPA PARA LA CUARESMA 2019
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
El Papa Francisco nos dirige un Mensaje para la Cuaresma 2019 titulado: La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios (Rm 8,19). Conviene leer íntegramente el texto, que consta de una introducción y tres puntos, y meditarlo con sosiego. Ofrezco un resumen de su contenido. En la introducción, el Santo Padre afirma que caminamos hacia el cumplimiento de la salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo. Un misterio de salvación que es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a toda la creación.
1) La redención de la creación. El hombre que vive como persona redimida, dejándose llevar por el Espíritu Santo, reconociendo y poniendo en práctica la ley de Dios “beneficia también a la creación”. Por eso, la creación desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios. Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos “estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas”.
2) La fuerza destructiva del pecado. Cuando no vivimos como hijos de Dios “a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas”. Entonces, “domina la intemperancia y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos piden respetar”. “Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por imponerse”. El pecado rompe la comunión con Dios, con los demás y con la creación. De este modo, se daña “la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un desierto”. El pecado “lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio”.
3) La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón. La creación “tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una "nueva creación": "Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo" (2 Co 5,17)”. También la creación puede celebrar la Pascua.
La Cuaresma, el camino hacia la Pascua, “nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual”.
La expectación de la creación “encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el "trabajo" que supone la conversión”.
La Cuaresma nos invita al ayuno, la oración y la limosna. “Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de "devorarlo" todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad”.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.