Ascensión del Señor (16-5-2021)

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

    Queridos hermanos en el Señor:
    Os deseo gracia y paz.

    La Ascensión del Señor no significa una separación. Él nos advierte que en la casa de su Padre hay muchas moradas. Y afirma: “me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros” (Jn 14,2-3).
    1) Jesucristo va al Padre. Él nos dice: “Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí” (Jn 14,11). Entre Cristo y el Padre existe una relación única, una “inmanencia recíproca”, un estar el uno en el otro que desborda nuestra capacidad de comprensión y suscita admiración y alabanza.
Jesucristo es el Hijo del Padre y posee una gloria estable en Él. A Jesucristo le corresponde un lugar de honor y asciende para iniciar el Reino que no tiene fin.
    2) Jesucristo nos precede. No se distancia para desaparecer, no se aleja para dejarnos solos. Él va primero como el guía de una peregrinación que atraviesa la historia. Él se sienta a la derecha del Padre como “el primogénito entre muchos hermanos” (Rm 8,29), de modo que la gloria de la Cabeza se convierte en esperanza del Cuerpo.
    Él nos precede como camino, verdad y vida (cf. Jn 14,6). Toda su existencia es un camino trazado personalmente con sus huellas de peregrino. Sus palabras, sus milagros, todas sus obras, y hasta su silencio, generan una dinámica, impulsan al movimiento, animan a la misión.
    Con Cristo elevado, el ser humano entra en la intimidad de Dios. “El estar el hombre en Dios es el cielo. Y nosotros nos acercamos al cielo, más aún, entramos en el cielo en la medida en que nos acercamos a Jesús y entramos en comunión con él. Por tanto, la solemnidad de la Ascensión nos invita a una comunión profunda con Jesús muerto y resucitado, invisiblemente presente en la vida de cada uno de nosotros” (Benedicto XVI, Solemnidad de la Ascensión del Señor, 24 mayo 2009).
    3) Jesucristo nos indica la meta. Es vital reconocer una orientación, descubrir un destino, percibir un objetivo. La Ascensión del Señor nos exhorta a aspirar a los bienes de arriba, siendo conscientes de que tenemos que caminar con los pies bien asentados en la tierra.
    “La Ascensión del Señor al cielo inaugura una nueva forma de presencia de Jesús en medio de nosotros, y nos invita a que tengamos ojos y corazón para encontrarlo, servirlo y testimoniarlo a los demás” (Papa Francisco, 3 junio 2019).

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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