Peregrinos orientados hacia la Pascua (6-3-2022)
PEREGRINOS ORIENTADOS HACIA LA PASCUA
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
En Cuaresma nos ponemos en camino como peregrinos. Nuestra meta es la Pascua, nuestro deseo es acompañar a Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección. Y, en realidad, es Jesucristo quien nos apasiona, quien nos concede cambiar nuestro corazón endurecido. Es Jesucristo quien nos otorga la vida, más plena e intensa, aquí y ahora; más feliz y gozosa en el horizonte eterno.
No somos turistas ávidos de novedades ni nos impulsa la curiosidad. No hemos iniciado la ruta cuaresmal para acumular fugaces instantáneas, efímeras fotografías con el deseo de impresionar a nuestros conocidos. Las vivencias cuaresmales no están destinadas a recopilarse en un cajón oscuro o en un lugar olvidado del ordenador. Caminamos para vivir con mayor intensidad, para responder a la llamada de Jesucristo que nos invita a seguirle en los momentos más importantes de su vida, que son también los tiempos decisivos en nuestra propia biografía.
No somos vagabundos desorientados, no damos vueltas incesantemente, sin rumbo, en una permanente huida. No huimos de nadie, porque, incluso cuando estamos solos, llevamos a todos en el corazón. No cambiamos de lugar porque no tenemos asentamiento firme y sólido, sino que somos conscientes de que, aunque toda tierra es provisional, nos aguarda un lugar definitivo, eterno, que nos atrae y eleva.
No caminamos solos. El Señor nos acompaña y orienta, vigila nuestros pasos, su palabra es lámpara, luz en nuestro sendero. Él se acerca para iluminar nuestros días más oscuros, para encender en nuestros corazones el fuego de su amor, para concedernos la luz que nos permite ver, en el perfil de cualquier persona, un rostro fraterno. Junto al Señor se refuerzan nuestros lazos, porque Él nos concede su Espíritu, que siempre es vínculo de unidad.
Somos miembros de un Pueblo, la Iglesia, una comunidad experta en humanidad y en senderos de salvación. Caminamos juntos porque deseamos que nuestra comunión sea cada día más fuerte, para que nuestra comunicación sea cada jornada más trasparente, para que la misión que compartimos sea la que Jesucristo nos propone, para que todos podamos participar desde la escucha más atenta y desde la palabra más sincera.
Los peregrinos conocen el cansancio y la fatiga, experimentan hambre y sed. Por ello, también valoran el descanso y el silencio, la contemplación de la creación como libro abierto, la escucha serena de la Palabra de Dios, el misterio del compartir, la fraterna limosna, la oración callada y transformante y el ayuno solidario.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca