Santísima trinidad (12-6-2022)

SANTÍSIMA TRINIDAD

     Queridos hermanos en el Señor:
     Os deseo gracia y paz.

     No creemos en un Dios monolítico. No depositamos nuestra esperanza en un Dios que habita en una aburrida soledad. No amamos a un Dios inaccesible. Creemos en Dios Padre Creador y misericordioso. Vivimos con nuestra esperanza orientada hacia Dios Hijo que comparte nuestra naturaleza. Amamos con el amor que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones.
     El 30 de mayo de 2021, el Papa Francisco dijo que la Solemnidad de la Santísima Trinidad “nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal”.
     El Santo Padre explicó: “En esta fiesta en la que celebramos a Dios: el misterio de un único Dios y este Dios es el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Tres personas, pero Dios es uno! El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu es Dios. Pero no son tres dioses: es un solo Dios en tres Personas. Es un misterio que nos ha revelado Jesucristo: la Santa Trinidad. Hoy nos detenemos a celebrar este misterio, porque las Personas no son adjetivaciones de Dios: no. Son Personas, reales, distintas, diferentes; no son -como decía aquel filósofo- "emanaciones de Dios": ¡no, no! Son Personas. Está el Padre, al que rezo con el Padrenuestro; está el Hijo que me ha dado la redención, la justificación; está el Espíritu Santo que habita en nosotros y habita en la Iglesia”.
Y continuó diciendo: “Este misterio de la Trinidad nos fue desvelado por el mismo Jesús. Él nos hizo conocer el rostro de Dios como Padre misericordioso; se presentó a Sí mismo, verdadero hombre, como Hijo de Dios y Verbo del Padre, Salvador que da su vida por nosotros y habló del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, Espíritu de la Verdad, Espíritu Paráclito (…) es decir, Consolador y Abogado”.
      Hoy celebramos la “Jornada Pro Orantibus” con el lema: “La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal”. En este día dirigimos nuestra mirada agradecida a las personas contemplativas, que “en la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios” (Vita Consecrata, 8).
      Con profunda gratitud, rezamos por quienes rezan diariamente por el mundo; oramos con quienes oran continuamente; suplicamos por quienes elevan sus súplicas confiadamente.

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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