"Ascesis cuaresmal, un camino sinodal" (26-2-2023)
“ASCESIS CUARESMAL, UN CAMINO SINODAL”
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
En su Mensaje para la Cuaresma 2023, titulado “Ascesis cuaresmal, un camino sinodal”, tomando como punto de referencia la Transfiguración de Jesús, el Papa Francisco afirma: “en Cuaresma se nos invita a "subir a un monte elevado" junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis”. Y continúa: “La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz”.
Añade: “Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña”.
Explica: “podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es "sinodal", porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro”.
“Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo”.
Junto a Cristo transfigurado aparecieron Moisés y Elías. “La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo”.
“El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual”.
El Papa nos propone dos caminos:
1) “Escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla”. Habla en la Palabra de Dios, proclamada en la liturgia; además, “a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda” y también en la “escucha recíproca”.
2) “No refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones”. “Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades”.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca