Solemnidad de la Ascensión del Señor (21-5-2023)

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

     Queridos hermanos en el Señor:
     Os deseo gracia y paz.

     Con las fuerzas naturales, el ser humano no tiene acceso a la vida y a la felicidad de Dios. Solamente Cristo abre este camino a la humanidad. En la Ascensión del Señor celebramos que “no se ha ido para desentenderse de nuestra pobreza, sino que nos precede el primero como Cabeza nuestra, para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino” (Prefacio I de la Ascensión del Señor).
En el ámbito profesional o pastoral, frecuentemente asociamos el término “ascensión” a una subida que separa, que aleja de los demás. Sin embargo, Cristo asciende entre aclamaciones no para separarse, sino para atraernos, para llevarnos con Él, para hacer posible que aspiremos a los bienes definitivos.
      Él nos dice: “cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32). La elevación en la cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, nos precede en el reino glorioso del Padre para que nosotros vivamos en la esperanza de estar con Él eternamente.
     La Ascensión no es un marcharse que produce una ausencia, sino la inauguración de un nuevo modo de presencia. Con la Ascensión, Jesús no se aleja, no se ausenta, sino que, por el contrario, se establece para siempre en medio de nosotros a través de su Espíritu. La Ascensión no es un adiós, una desaparición, sino el comienzo de su estar presente más íntimo, dentro de nosotros.
     En su Mensaje con motivo de la LVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa Francisco se centra en la expresión “hablar con el corazón” y escribe: “la amabilidad no es solamente cuestión de buenas maneras, sino un verdadero antídoto contra la crueldad que, lamentablemente, puede envenenar los corazones e intoxicar las relaciones. La necesitamos en el ámbito de los medios para que la comunicación no fomente el rencor que exaspera, genera rabia y lleva al enfrentamiento, sino que ayude a las personas a reflexionar con calma, a descifrar, con espíritu crítico y siempre respetuoso, la realidad en la que viven”.
     Añade: “Hablar con el corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz allí donde hay guerra; para abrir senderos que permitan el diálogo y la reconciliación allí donde el odio y la enemistad causan estragos. En el dramático contexto del conflicto global que estamos viviendo, es urgente afirmar una comunicación no hostil”.

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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