El verano, tiempo de gracia (2-7-2023)

EL VERANO: TIEMPO DE GRACIA

     Queridos hermanos en el Señor:
     Os deseo gracia y paz.

     Con la llegada del verano, los horarios y los calendarios se ajustan a un nuevo ritmo.
     La actividad catequética disminuye, pero el ámbito de la evangelización no se reduce. Las colonias y los campamentos también desarrollan iniciativas basadas en el anuncio y la vivencia de la Buena Noticia.
     La actividad litúrgico-celebrativa se aminora en algunas parroquias, pero se incrementa en otras, especialmente en el ámbito rural, con romerías, peregrinaciones, fiestas patronales, aniversarios, conmemoraciones, oraciones por los difuntos cuyas cenizas se trasladan a sus lugares de origen, etc.
     La dimensión socio-caritativa no decrece, sino que aumenta, debido a la necesidad de atender a transeúntes, temporeros, familias con pocos recursos, niños, adolescentes y jóvenes que requieren refuerzo escolar, ancianos y enfermos.
     La fe no queda entre paréntesis, sino que se vive en otros ambientes geográficos, familiares, sociales y culturales.
     Tenemos por delante unos meses en los que se nos ofrece un regalo y hemos de afrontar un reto.
     El regalo es el de un ritmo distinto, un tiempo menos limitado por las ocupaciones cotidianas y una distribución cronológica más distendida.
     El reto es aprovechar el tiempo para dialogar con las personas a las que no vemos habitualmente, visitar a quienes sufren como consecuencia de las enfermedades, atender a quienes experimentan una soledad no deseada, acoger con actitud de escucha; en definitiva, ser conscientes de que las semanas pasan rápidamente y hemos de cargar las pilas para los compromisos que afrontaremos durante el próximo curso pastoral.
Tenemos más posibilidades para leer libros y artículos, escuchar música con mayor atención y dedicación, disfrutar de paseos o excursiones, contemplar radiantes amaneceres y magníficos atardeceres.
      También se puede vivir, vibrar y disfrutar con el silencio. Decía Benedicto XVI en la Audiencia General del 25 de agosto de 2010: “aparece una idea fundamental en el camino hacia la Verdad: las criaturas deben callar para que reine el silencio en el que Dios puede hablar. Esto es verdad siempre, también en nuestro tiempo: a veces se tiene una especie de miedo al silencio, al recogimiento, a pensar en los propios actos, en el sentido profundo de la propia vida; a menudo se prefiere vivir sólo el momento fugaz, esperando ilusoriamente que traiga felicidad duradera; se prefiere vivir, porque parece más fácil, con superficialidad, sin pensar; se tiene miedo de buscar la Verdad, o quizás se tiene miedo de que la Verdad nos encuentre, nos aferre y nos cambie la vida, como le sucedió a san Agustín”.
     ¡Feliz verano!

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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