El Triduo Pascual (24-3-2024)
EL TRIDUO PASCUAL
Los días del Amor más grande
+ Vicente Jiménez Zamora
Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca
Después de la peregrinación de la Cuaresma, la Semana Santa nos introduce en el Triduo Pascual. Se llama “santa”, porque en ella conmemoramos los acontecimientos fundamentales de nuestra fe cristiana: la institución de la Eucaristía; la pasión y muerte de Jesús en la cruz; la resurrección gloriosa del Salvador.
Durante el Triduo Pascual se nos invita a meditar y a vivir con intenso fervor el misterio central de la salvación, participando en las solemnes celebraciones litúrgicas y sacramentales en las iglesias y templos. La Iglesia valora también positivamente las procesiones y otras manifestaciones de la piedad popular, organizadas por las Cofradías, que han sabido crear cultura, arte y belleza en impresionantes imágenes, tallas y “pasos” de la Semana Santa. Ahora bien, las manifestaciones de la religiosidad popular surgidas a lo largo de los siglos tienen sentido, si son consecuencia de la participación en la Liturgia y la suponen; si contribuyen a una celebración auténtica, plena y fructuosa, personal y comunitaria, del misterio pascual de Cristo. De lo contrario pueden quedarse en expresiones de fiesta social, de cultura o turismo.
Pero, ¿qué celebramos en estos días? El Amor más grande.
El Jueves Santo nos introduce en el Misterio Pascual. La última Cena de Jesús es el comienzo de la gran Pascua. Tres son los aspectos que sobresalen: el sacrificio de la Eucaristía; el lavatorio de pies, como gesto de servicio; el mandamiento nuevo del amor.
El Viernes Santo actualizamos el misterio doloroso de la pasión y muerte en cruz de Jesús. El Señor quiso ofrecer su vida en sacrificio para el perdón de los pecados. La acción litúrgica del Viernes Santo está centrada en la cruz en un clima de contemplación amorosa: cruz orada, proclamada, invocada, venerada, compartida y comprometida.
Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso a los infiernos, y esperando, en la oración, su resurrección.
Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor (cfr. Ex 12, 42), y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la Noche Santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como “la madre de todas las vigilias”. Durante la Vigilia, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana.
La celebración de la Pascua se continúa durante el Tiempo Pascual. Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección al domingo de Pentecostés se celebran con alegría y gozo como un solo día festivo, más aún, como el “Gran Domingo”.