La Virgen maría en la piedad del pueblo fiel (11-5-2025)

 

 

LA VIRGEN MARÍA EN LA PIEDAD DEL PUEBLO FIEL

 + Vicente Jiménez Zamora

Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca

            Durante el mes de mayo, el pueblo fiel profesa una devoción tierna y filial a la Virgen María con múltiples manifestaciones de piedad popular, tanto personales como comunitarias: romerías marianas a algunos santuarios, ofrenda de flores, rezo del santo rosario. En esta carta pastoral ofrezco algunas orientaciones sobre la Virgen María en la piedad del pueblo fiel.

            El Papa Francisco, en la exhortación apostólica Evangelii gaudium dedica unos números a la fuerza evangelizadora de la piedad popular (EG 122-125).

            Los santuarios marianos. Concretamente en el número 124, el Papa Francisco habla de los santuarios: “El caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador”.

            En la encíclica Redemptoris Mater, el Papa san Juan Pablo II habla “de la fuerza atractiva e invitadora de los grandes santuarios” y de “una específica geografía de la fe y de la piedad mariana, que abraca todos estos lugares de especial peregrinación del Pueblo de Dios, el cual busca el encuentro con la Madre de Dios para hallar, en el ámbito de la maternal presencia de la que ha creído, la consolidación de la propia fe” (RM 28).

            En una ocasión posterior, el mismo Papa san Juan pablo II desarrollaba aún más estas palabras y explicaba que: “Los santuarios marianos son lugares que testifican la presencia de María en la vida d ela Iglesia”; “forman parte del patrimonio espiritual y cultural de los pueblos”; “poseen una gran fuerza atractiva e irradiante”; “son, como la casa de la Madre, lugares para detenerse y descansar en el largo camino que lleva a Cristo”; “son lugares, donde, mediante una fe sencilla y humilde de los pobres de espíritu, se vuelve a tomar contacto con la grandes riquezas que Cristo ha confiado y dado a la Iglesia, especialmente los sacramentos, la gracia y la misericordia, la caridad para con los hermanos que sufren y los enfermos”; “son auténticos cenáculos, donde todas las categorías de fieles tienen la gozosa posibilidad de sumergirse en la oración junto con María, la Madre de Jesús, no sólo mediante la plegaria litúrgica, sino también mediante esas sanas formas de piedad popular, que no pocas veces manifiestan el genio religioso de todo un pueblo, llegando en ocasiones a una impresionante agudeza teológica, junto a una extraordinaria inspiración poética”.

           

           

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