Cartas del padre Pedro II (22-6-2025)

Cartas del padre Pedro II

+Pedro Aguado Cuesta, obispo de Jaca

Queridos hermanos y hermanas:

A lo largo de los años, si Dios lo permite, podré escribiros de muchos temas, de campos muy diversos (pastorales, sociales, eclesiales, locales, específicos, etc.). Pero he pensado dedicar mis primeras cartas a compartir con todos vosotros y vosotras las claves

fundamentales de nuestra fe. Voy a escribir unas breves reflexiones sobre el CREDO, con el deseo de que podamos profundizar, de modo sencillo, en lo que creemos desde el fondo del corazón. Una carta por cada una de las grandes afirmaciones.

CREO ENDIOS PADRE. Así arranca el Credo que rezamos todos los domingos. Es muy impresionante decir eso: “yo creo en Dios, que es mi Padre”. Y comparto esa fe con mis hermanos, con muchas personas. Y trato de transmitirla a mis hijos, en la familia. Y busco cómo cuidarla y celebrarla.

Creo en Dios, pero tengo preguntas. Eso es bueno. El Señor fundamentó su Iglesia es un pequeño grupo de hombres con preguntas y dudas. Moisés tuvo preguntas, Los profetas tuvieron preguntas. El propio Jesús tuvo preguntas. Pero cuando las preguntas las hacemos desde una fe que nos apasiona, nos ayudan a crecer. Esto es lo que os deseo, de todo corazón. No tengáis miedo de haceros preguntas. Ni de plantearlas.

La fe en Dios no es un “solucionario” para las dificultades, sino una experiencia de amor que me sostiene. No es un analgésico que me quita el dolor, sino una razón de fondo que ilumina mi vida y la sostiene. No es algo que yo controlo y domino, sino que es mucho más grande que yo, y me cuida si la cuido.

La fe en Dios es un tesoro que llevamos en vasijas de barro. La fe en Dios, como la esperanza y el amor, no necesita muchas explicaciones. Brota del fondo del alma, y nos

transforma, cambia nuestra vida y la dota de una fuerza renovada que me ayuda a seguir caminando.

Estoy seguro de que todos conocéis personas cuya fe os ha sorprendido e incluso os ha ayudado y os ha hecho pensar. Esas personas son los “santos de la puerta de al lado” de los que tanto nos habló el papa Francisco. Cuidad esa fe. Os propongo tres pequeñas ayudas para

cuidarla. Mirad a los niños: confían en sus padres, creen en ellos, porque se sienten amados. Trata de pensar y descubrir cómo te ama Dios. Ora, con sencillez, pero cada día. La oración es una de las mejores expresiones de la fe. Y la tercera, busca cómo formarte en la fe. Esta tercera es algo en lo que yo estoy pensando, y quisiera ofrecer alguna propuesta que nos ayude.

La fe no es una cualidad de los “perfectos”, sino de los sencillos. Pero si es de verdad, busca crecer. Tenemos que formarnos en nuestra fe, para comprenderla mejor y vivirla con más ganas de seguir buscando. Nunca olvidéis esta preciosa oración: “Señor, creo, pero ayuda mi falta de fe”. Es bueno pedirle a Dios que nos ayude a creer. Si lo haces cada día, no dudes de que algo cambiará en ti.

Gracias por vuestra ayuda y ánimo en el camino.

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