Cartas del Padre Pedro III. Creo en el Espíritu Santo. (6-7-2026)

Cartas del padre Pedro

Creo en el Espíritu Santo

P. Pedro Aguado Obispo de Huesca y de Jaca

Queridos hermanos y hermanas:

CREO EN EL ESPÍRITU SANTO. Hace poco tiem­po celebramos Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo. Es bueno pensar lo que pasó en el primer Pentecostés, porque nos puede ayudar a entender lo que significa que el Espíritu Santo ilumina y acompaña nuestra vida. El Espíritu de Dios irrumpió en aquel cenáculo en el que los discípulos estaban encerrados. ¿Por qué? No lo sabemos, porque las razones desde las que Dios actúa nos sobrepasan. Pero sí sabemos algunas cosas que estaban pasando allá.

La primera es que los discípulos estaban reunidos, en co­munidad. Con miedo, es verdad, pero en comunidad. Reci­bieron el Espíritu en comunidad. Además, ellos eran cons­cientes de que lo necesitaban; se sentían huérfanos, pobres, sin vigor para hacer lo que tenían que hacer. Y lo que pasó, -tercer apunte- es que se lanzaron a la misión.

Yo creo que estas tres cosas nos pueden ayudar a creer en el Espíritu Santo. Digamos algo de cada una de ellas.

Voy a empezar por la segunda: ser conscientes de que ne­cesitamos la fuerza de Dios. Sabernos humildes y pobres. Dios no se hace presente en el autosuficiente, en el que cree saberlo todo, en el que nunca se ha sentido pobre y desvalido. Dios se acerca a ti si tú le abres la puerta. Creer en el Espíritu Santo significa saber -y vivir- que eres pequeño y le necesitas. La fe en el Espíritu es la propia de los pequeños.

La comunidad, lugar del Espíritu. Esto está en el centro del proceso sinodal que estamos viviendo y que me gustaría im­pulsar de modo decidido en nuestras diócesis: los cristianos, en comunidad fraterna y de búsqueda compartida, deseamos escuchar juntos al Espíritu de Dios, que frecuentemente ha­bla a través de los hermanos que comparten honestamente sus búsquedas. Una comunidad que trata de estar centrada en Cristo es un buen lugar para que el Espíritu llegue y haga nuevas todas las cosas.

Creer en el Espíritu significa, en tercer lugar, disfrutar de que somos llamados a ser testigos, a anunciar lo que vivimos, a compartirlo con humildad. El Espíritu no nos invita a que­darnos tranquilos, sino a “complicarnos un poco la vida”. Y esto lo podemos hacer de muchas maneras. Creer en el Espí­ritu Santo significa que puedo construir Iglesia, una Iglesia abierta y acogedora, una Iglesia que celebre y transmita su fe. El Espíritu es el principal “constructor de comunidad”. Sin Él construiremos otra cosa.

Por eso me gustaría pediros que rezarais con frecuencia esta oración, compuesta por el Papa Francisco para el pro­ceso sinodal. Nos puede ayudar mucho para creer en el Es­píritu: “Ven, Espíritu Santo. Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras de vida, líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pa­sado y poco futuro. Ven en medio nuestro, para que en la ex­periencia sinodal no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la profecía, no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles. Ven, Espíritu Santo de amor, dispón nues­tros corazones a la escucha. Ven, Espíritu de santidad, renueva al santo Pueblo fiel de Dios. Ven, Espíritu creador, renueva la faz de la tierra. Amén."

Gracias por vuestra ayuda y ánimo en el camino.

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