Cartas del Padre Pedro (XV). Maestro ¿qué tengo que hacer para encontrar la vida eterna? -3- (16-11-2025)

Cartas del padre Pedro (XV). Maestro, ¿qué tengo que hacer para encontrar la vida eterna? -3- (16-11-2025)

+ P. Pedro Aguado Cuesta, obispo de Jaca

Sigo compartiendo mi reflexión sobre la Pastoral con Jóvenes. Y sigo con el texto del encuentro de Jesús con Zaqueo.

Jesús le dijo: "Zaqueo, baja aprisa, que hoy tengo que hospedarme en tu casa". Jesús miró a Zaqueo y se encontró con él. Y Jesús le llama por su nombre. No le conocía, pero le llama “Zaqueo”. El encuentro con Jesús provoca en Zaqueo un sentimiento nuevo. Estamos delante de la vocación. Y Jesús se decide a acompañar esa vocación, quedándose en casa de Zaqueo, para conversar con él. Eso es acompañar.

No sabemos lo que Jesús y Zaqueo hablaron, pero lo que sí sabemos es que Jesús se hizo compañero de las búsquedas de Zaqueo. Y le acompañó a encontrar lo que estaba en el fondo de su alma. El acompañamiento espiritual y vocacional busca, esencialmente, que los jóvenes reconecten con el centro de su ser, para que hagan opciones y tomen decisiones desde allí. La “vocación” no es un objetivo que persigo, sino una llamada que oigo. Si el joven vive desconectado de su alma, corre el riesgo de no encontrar nunca lo que ansía. Puede incluso tener el riesgo de seguir un ideal noble, pero equivocándose en su vocación, porque vivirá desde fuera adentro y no desde dentro a fuera. Puede incluso querer imitar héroes, pero sin escuchar a su corazón, en el que habita Dios, y habita de modo perdurable. No hay ningún fruto mejor que podamos esperar de nuestra misión con los jóvenes que ayudarles a responder a lo que Dios sembró en su corazón.

Por eso hay que aprender a ser acompañantes. No por ser catequistas sabemos acompañar. Acompañar es ayudar al joven a descubrir lo que Dios le está enseñando a

través de las experiencias que vive. No se trata de decirles lo que tienen que hacer.

Mira Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado le restituyo cuatro veces más...

Hoy ha llegado la salvación a esta casa.

El encuentro de Jesús con Zaqueo no le llevó a un “cambio de fachada”, sino a una verdadera transformación.

Estoy convencido de que, si sabemos escuchar con los jóvenes al Espíritu, nuestro cambio y nuestra conversión no será superficial, sino que nos abriremos a una verdadera renovación. No tengamos miedo a llamar así a lo que necesitamos en relación con nuestra presencia entre los jóvenes.

Cuando acompañamos de verdad a los jóvenes en la búsqueda de su vocación, estos dejan de ser “un objetivo pastoral” y se convierten en partícipes de la misión que Dios nos ha encomendado, porque nos ayudan a ser lo que ellos necesitan. Y por eso nos pueden ayudar, como Jesús a Zaqueo, a reflexionar sobre las cosas de las que debemos desprendernos para poder transmitir mejor aquello que los jóvenes esperan.

Dejo aquí la reflexión. La dejo abierta, porque creo que así debe ser. Tratemos de estar abiertos a la voz del Espíritu. Acojamos las aportaciones de los jóvenes.

Gracias por vuestra ayuda y que Dios os bendiga.

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